Para el estamento político iraní, los movimientos de Azerbaiyán para reforzar sus posiciones geopolíticas tras la recuperación del control sobre Nagorno-Karabaj no están motivados principalmente por su fuerza, sino más bien influidos de forma significativa por los crecientes intereses estratégicos de Turquía y su política multivectorial en el Cáucaso Meridional y, en general, en Eurasia.