Nací en Argentina y vivo en Armenia hace ocho años. Licenciada Comunicación Social (Universidad Nacional de Córdoba) y Magíster en Género y Políticas Públicas (FLACSO). Corresponsal para Armenia y el Cáucaso de medios de comunicación en español como France 24 y Agencia EFE.
Comienza un nuevo año y Artsaj1 enfrenta la cruda realidad de su disolución como república. El acuerdo entre las autoridades armenias y Azerbaiyán, fechado a partir del 1 de enero de 2024, dicta la anulación de todas las instituciones estatales y marca el fin de la existencia de Nagorno Karabaj. Este episodio sella un proceso iniciado con la guerra de 2020, mediante el cual el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev fue tras la misión de despoblar a Nagorno Karabaj de armenios.
El año 2023 comenzó en Nagorno Karabaj con un bloqueo que sumió a su población a una crisis humanitaria de diez meses. Azerbaiyán cercó el corredor de Berdzor-Lachin, la conexión terrestre vital entre Armenia y Nagorno Karabaj. Lo que comenzó con una protesta de supuestos eco-activistas reclamando el control sobre minas situadas en terreno karabají culminó con la instalación de un puesto de control azerbaiyano, cortando abruptamente el vínculo con Armenia y el mundo.
En el transcurso del año, Armenia alertó a la comunidad internacional sobre los intentos de Azerbaiyán de llevar a cabo una limpieza étnica en Nagorno Karabaj. La crisis humanitaria se intensificó debido a la escasez de alimentos, combustible y medicamentos. En este contexto, el ex fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, no dudó en calificar el bloqueo del corredor de Lachin por parte de Bakú como un «genocidio».
La situación alcanzó su punto crítico en septiembre con los ataques de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj. La ofensiva abarcó la totalidad del territorio, incluso la ciudad capital, Stepanakert. Los asentamientos civiles fueron foco de ataque, por lo que las víctimas civiles incrementaban de forma activa. Los ataques se extendieron durante 24 horas. El presidente de Artsaj, Samvel Shahramanyan, solicitó un alto al fuego a las autoridades de Azerbaiyán, y regresó de la mesa de negociaciones con la noticia de que el cese de la escalada de violencia se concretaría a cambio del desarme del Ejército de Defensa de Artsaj. Sin el brazo armado del país en un escenario de constantes amenazas al derecho a la vida, la condición de desamparo de la población se profundizaría y no habría más salida que la evacuación masiva.
En este contexto, la población se apresuró a recoger sus pertenencias y huir. Al momento en el que cientos de personas intentaban conseguir gasolina para activar sus vehículos, explotó un depósito de combustible cerca de la capital, Stepanakert, cobrándose la vida de más de 200 habitantes.
El espacio aéreo de Nagorno Karabaj, cerrado desde los ‘90 por amenazas de Azerbaiyán, se abrió para dar paso a vuelos de emergencia sanitaria que trasladaron a los heridos a hospitales de Armenia.
Al mismo tiempo, el caos reinaba en la carretera de Berdzor-Lachin con coches atascados durante horas con el fin de atravesar la frontera de Armenia. El ritmo de la evacuación fue ágil. En menos de una semana, Nagorno Karabaj se transformó en un territorio fantasma. Más de 100.000 refugiados fueron desplazados forzosamente hacia Armenia. Allí, se enfrentaron al desafío de adaptarse a una nueva realidad.
La región del Cáucaso Sur se convirtió en un escenario de intervención internacional a lo largo del año. Estados Unidos y la Unión Europea intentaron involucrarse en el proceso de mediación del conflicto. Este acercamiento occidental generó preocupación en Rusia, históricamente clave en la búsqueda de acuerdos en la región. Mientras Occidente pretendía ampliar su presencia y reducir la influencia rusa, los vínculos entre Armenia y Rusia están atravesando por un periodo de tensiones mediante acusaciones mutuas.
Por otro lado, el proceso de paz iniciado por los gobiernos de Armenia y Azerbaiyán suponen significativos cuestionamientos. En el último tiempo, no se han registrado encuentros oficiales entre los mandatarios; sin embargo, se llevaron adelante reuniones de representantes de las comisiones de demarcación fronteriza y se anunciaron compromisos mutuos como la liberación de prisioneros de guerra cautivos en Bakú y Ereván. A pesar de ello, los eventos posteriores consolidaron aún más la desconfianza de la sociedad armenia en los intentos diplomáticos. Azerbaiyán insiste en nuevos reclamos territoriales, exigiendo el control de ocho aldeas situadas sobre superficie armenia. Además, el Parlamento azerbaiyano aprobó recientemente una declaración que considera a Armenia como «Azerbaiyán Occidental», abriendo la posibilidad de nuevos planes de invasión.
En este escenario de incertidumbre, los refugiados de Nagorno Karabaj van en busca de reanudar sus vidas en lugares seguros. Quienes vivían allí hasta hace tres meses no confían en un retorno pacífico bajo la soberanía azerbaiyana. Así, Nagorno Karabaj se convierte para ellos en la memoria de una lucha constante por la supervivencia.
El 2023 será recordado como un capítulo desgarrador en la historia de Nagorno Karabaj. A medida que el telón desciende sobre este año turbulento, la esperanza de un futuro estable para la región aún continúa extraviada, y la memoria colectiva está rendida a las cicatrices de quienes han padecido esta trágica odisea.
- Denominación de Nagorno Karabaj en armenio. ↩︎