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En el período posterior a la Guerra Fría se produjeron dos cambios importantes en la posición de seguridad del Mar Báltico. En primer lugar, la expansión del orden político-seguridad de Occidente en forma de adhesión a la OTAN y a la Unión Europea, y en consecuencia, la colocación de Rusia como enemigo en la región. En segundo lugar, la aparición de la cooperación en materia de seguridad entre los países de la región en formatos como el Consejo de Estados Bálticos o la Estrategia de la Unión Europea en el Mar Báltico. A partir del 2000, la respuesta de Rusia a estos acontecimientos no fue pacífica. La preocupación de Occidente por la continuación de las políticas desestabilizadoras de Rusia y sus agresivas maniobras militares deeste país se hacen sentir siempre en esta era.

A partir del año 2018, la brigada de fusiles motorizados, el regimiento de tanques, la brigada de infantería de marina, entre otras divisiones, se estacionaron en Kaliningrado, e incluso la parte principal de la flota rusa del mar Báltico se unicó en el Báltico. La flota del Báltico incluye dos buques equipados con misiles Kalibr, lo que da a los rusos poder convencional de largo alcance e incluso nuclear contra al espacio europeo. El despliegue de misiles de crucero antibuque Onyx en agosto de 2019, junto con el despliegue de misiles Iskander de clase M, completó este despliegue militar.

El resultado de la militarización de Kaliningrado en los últimos años fue seguir la estrategia Anti-Acceso/Denegación de Área (A2/AD) en la región. El significado de esta estrategia es el establecimiento de un conjunto de sistemas de ciberguerra que no sólo trabajan en el campo de la producción de interferencias, sino también en el de la destrucción completa de objetivos enemigos. Esta compleja estrategia está diseñada para detener a las fuerzas hostiles (en tierra, mar y aire) y liberar el movimiento de las fuerzas internas dentro de las fronteras y áreas operativas. Con esta estrategia, Kaliningrado se convirtió en una fuente de amenazas para Polonia y los países bálticos, por un lado, y Dinamarca, Suecia y Finlandia, por otro. Estos países han expresado en numerosas ocasiones su preocupación por la amenaza rusa sobre las islas Åland, Gotland y el estrecho danés.

Los elementos de la doctrina militar de Rusia después del año 2014 son: 1. El importante papel de las guerras regionales, especialmente en las regiones del Mar Negro y el Mar Báltico; 2. Las fuerzas y capacidades convencionales y nucleares son elementos inseparables de la guerra; 3. En consecuencia, la amenaza nuclear es legítima. 

Las ideas fundamentales de la estrategia rusa son la necesidad de mantener el sistema autoritario para garantizar la estabilidad y la seguridad y demostrar que es una superpotencia. Sus consideraciones defensivo-ofensivas incluyen mantener la integridad territorial, evitar ser rodeados por Occidente, considerar la política como un juego de suma cero y, por último, crear un cinturón de seguridad a su alrededor para proteger las fronteras.

En la esfera militar de Occidente, de la que forma parte el Báltico, la contrapartida de Rusia es la OTAN. Todo esto convierte la expansión de la OTAN en una advertencia para que Rusia actúe para frustrarla. Comportamientos en política exterior como sancionar a Ucrania, Georgia y Moldavia después de entrar en la OTAN, mantener a Suecia y Finlandia fuera de la OTAN, formar una alianza con Turquía y utilizar las diferencias de este país con la OTAN y fortalecer la Unión Económica Euroasiática con Bielorrusia, Armenia, Kirguistán y Kazajstán apuntan en esa misma dirección.

Rusia sabe muy bien que ahora no existe la posibilidad de una guerra a largo plazo con Occidente en el Báltico ni la posibilidad de un enfrentamiento directo con la OTAN. En consecuencia, se ha centrado en debilitar las capacidades de la OTAN. En este sentido, la actuación de Rusia se promueve de forma híbrida. Por esta razón, Rusia, violando el Tratado de Prohibición de Misiles de Alcance Intermedio aprobado en 1987, desplegó misiles terrestres capaces de portar ojivas nucleares en Kaliningrado. Junto con esa estrategia agresiva, Rusia también empezó a inventar una «estrategia de acción limitada». Los rusos utilizan esta estrategia para explicar el despliegue de sus fuerzas en operaciones convencionales. Este concepto entró también en el ámbito militar de Occidente. El presupuesto de defensa de Rusia ha aumentado desde 2015, alcanzando los 62.000 millones de dólares en 2019. Sin embargo, en 2020, disminuyó ligeramente a 61.700 millones de dólares.

En un informe publicado en 2021 por el Servicio de Inteligencia Exterior de Estonia, a la sombra de la esfera militar occidental, los rusos mostraron su voluntad de tener una presencia más agresiva en el Báltico asignando cinco cuarteles generales del ejército y cinco regimientos mecanizados. Aunque algunas unidades están ahora estacionadas cerca del este de Ucrania, y como resultado, Ucrania está en primera línea, el peligro para la región del Báltico sigue existiendo porque la presencia de tropas en Kaliningrado puede alimentar la debilidad de la OTAN e impedir que las fuerzas de respuesta rápida de la OTAN entren en la región. Se puede llegar incluso a la conclusión de que uno de los objetivos de las actuales reformas militares y de defensa de Rusia es aumentar su capacidad de reacción rápida, alta movilidad y fuego de artillería pesada en el Mar Báltico.

La comprensión rusa de las cuestiones militares más allá de la doctrina militar ha cristalizado en el diseño de escenarios de ejercicios militares, maniobras y diversas formaciones de fuerzas. Los ejercicios rusos de nivel estratégico denominados «Zapad» se realizan en la región occidental una vez cada cuatro años. En 1999 comenzaron las primeras maniobras Zapad. En el diseño de estos ejercicios estratégicos desempeñan un papel importante las instituciones civiles rusas, como el Servicio Federal de Seguridad y el Ministerio del Interior, las empresas de la industria de defensa, entre otras. 

La maniobra Zapad-99 realizada en junio de 1999 tuvo dos aspectos importantes.

En primer lugar, la expansión de la OTAN hacia el este fue considerada una amenaza por Rusia y, como consecuencia, Kaliningrado se convirtió en un medio de represalia. Un ejemplo de esto es que por primera vez se desplegaron armas nucleares en la región. En el nuevo documento de seguridad nacional ruso aprobado en 2000, se permitía el uso de armas nucleares en caso de incapacidad para repeler un posible ataque con armas convencionales. 

En segundo lugar, Rusia, que aún no se había recuperado de la crisis económica de 1998, no fue capaz de militarizar su flanco occidental. En este sentido, las dos facciones débiles de la OTAN (el Mar Báltico y el Mar Negro) se convirtieron en los principales objetivos de la política exterior rusa en esta materia.

Los detalles de la formación de fuerzas en Zapad 2009-2017 muestran que Rusia ha reforzado claramente su poder de combate en términos de preparación, movilidad, mando y control, cantidad y potencia de combate. Rusia está imaginando una gran guerra contra la OTAN en la región del Báltico, y estos ejercicios siguen una lógica de tres fases contra la OTAN:

La primera fase consta de un ataque rápido e híbrido, dirigido a capturar los principales objetivos militares y políticos con misiles de precisión de largo alcance, bombarderos, submarinos nucleares, ataques aéreos y guerra electrónica desde Pskov, Smolensk y Kaliningrado.

La segunda fase es el inicio del conflicto utilizando fuerzas terrestres y haciendo retroceder a las fuerzas de la OTAN.

La tercera fase es el uso de armas nucleares para detener completamente al enemigo, iniciar negociaciones y ganar puntos.

Teniendo en cuenta este análisis y la historia de las operaciones rusas en Ucrania, en caso de conflicto en el Báltico, Rusia adoptará una estrategia híbrida, y el conflicto se extenderá a las fronteras norte, este y sureste de la OTAN. Una parte de esta guerra híbrida se centrará en la guerra de la información.

Bajo el plan Usen-9, se hizo hincapié en la modernización de las armas de destrucción masiva de Rusia, y las maniobras Zapad y Ladoga adquirieron una dimensión mayor. Por ejemplo, en Zapad 2013, el tamaño, las fuerzas militares y los equipos utilizados fueron exactamente los mismos que en la época soviética. Según las estimaciones, se desplegaron unos 100.000 soldados desde las fronteras de Noruega hasta Polonia. Por supuesto, esta estadística se refiere a toda la región del Báltico. 

Desde 1998, Rusia ha iniciado la política de reducir el número de personas en Kaliningrado, de tal manera que el 89% de las tropas rusas son de fuera de la región, y el número de tropas alcanzó los 32.000 efectivos. El número de estas fuerzas, que llegó a ser de 25.000 personas en 2000, oscila ahora entre 15.000 y 35.000 personas. La reducción de personal no significó la reducción de equipos militares. Los planificadores militares de la OTAN estiman que Rusia puede enviar rápidamente entre 50 y 60 mil soldados a la región; es decir, Rusia podrá desplegar sus fuerzas a lo largo de toda la frontera occidental y atacar a los países bálticos individualmente o en grupos. 

El 3 de agosto de 2020, la Armada de Rusia inició el ejercicio Ocean Shield en el mar Báltico. En esta amplia maniobra participaron 30 buques de guerra, aeronaves navales y unidades de defensa aérea costera y naval, y tuvo lugar inmediatamente después del desfile naval de San Petersburgo y Kronstadt. El ejercicio Ocean Shield se lleva a cabo anualmente desde 2018 y es un claro ejemplo del intento de Rusia de intimidar a Occidente, planteando la posibilidad de un ataque en el Mar Negro o el Báltico.


Algunas investigaciones referenciales de la autora:

Assessing NATO’s Deterrence Strategy against Russian Federation Security Threats in the Baltic Sea

Scarcity & the EU Resilience-Building Capacity in Moldova by Stabilizing the Transnistrian Conflict

The Paasikivi-Kekkonen Doctrine and Its Impact on Finland-Russian Federation Security Relations in the Post-Cold War Era

The Effects of Economic Factors on Finland’s Foreign Policy towards the Russian Federation

Roxana Niknami es profesora asistente de Estudios Europeos en la Universidad de Teherán y miembro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de esa institución.

Sus áreas de interés e investigación se centran en asuntos de la Unión Europea y su principal campo de investigación es la política exterior europea. Ha presentado ponencias en conferencias nacionales y extranjeras y publicado libros, artículos y trabajos en diversas revistas de este ámbito.

Algunos de sus trabajos recientes son "The Effect of Ukraine War on Global Food Security based on PEST's Strategic Analysis Model" (2023), "Assessing NATOs Deterrence Strategy against Russian Federation Security Threats in the Baltic Sea" (2023), "The Paasikivi-Kekkonen Doctrine and Its Impact on Finland-Russian Federation Security Relations in the Post-Cold War Era" (2023), "The Effects of Economic Factors on Finland's Foreign Policy towards the Russian Federation" (2022), "Scarcity & the EU Resilience- Building Capacity in Moldova by Stabilizing the Transnistrian Conflict" (2022).

https://lawpol.ut.ac.ir/en/~niknami.roxana

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