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Arte Qajar

Al hablar de arte Qajar se hace referencia a la pintura, la arquitectura y las diversas formas artísticas desarrolladas durante la dinastía Qajar, la cual reinó desde el año 1794 al 1925 en Irán (por entonces conocido como Persia).

Se reconoce a la época mencionada como un momento de significativos cambios en la sociedad persa. Siguiendo a la historiadora y curadora de arte Sussan Babaie en su artículo “The paintings that turned Persian art on its head in the 19th century” (2018), durante dicho reinado se crearon las obras de producción artística más notables de la historia de las artes persas. 

Surgimiento de la dinastía

Los Qajar eran una tribu de origen Oghuz que poseía tierras ancestrales en el actual Azerbaiyán, que entonces era parte de Persia. Tomaron el total control de Irán en 1794, al destituir a Lutf Ali Kan Zand, el último shah de la dinastía Zand, y se trasladó la capital de Shiraz a Teherán. Según el autor Yann Richard en su libro “Irán: una historia social y política desde los Qajar”, el fundador de la dinastía fue Aga Mohamed Khan (1742-1797) quien soñaba con reconstituir el imperio safávida. 

Los shah de la dinastía Qajar confiaron en gran medida en las artes visuales para confirmar y solidificar su nueva posición. Justamente las obras de arte Qajar más famosas son los retratos que se hicieron de los distintos shah persas. 

Una dama de la corte tocando un santur (detalle), atribuible al ‘pintor Shirin’.  Óleo sobre lienzo, 148 x 75,5 cm, alrededor de 1840, Persia. Parte de una colección privada.

Aunque sí hay una influencia en las artes plásticas del anterior arte safávida (lo cual es lógico ya que tal reinado fue su principal predecesor ideológico y político), no puede negarse que existe una herencia Zand incuestionable en el arte Qajar temprano. Es conocido que el fundador de la dinastía Qajar, Aga Mohamed Khan, decoró su sala de audiencias en Teherán con pinturas saqueadas del palacio Zand.

Asimismo el pintor Mirza Baba, quien fue uno de los artistas de la corte de Karim Khan (fundador de la dinastía Zand), se convirtió en el primer pintor honrado del segundo shah de la dinastía Qajar, Fath Ali Shah. Durante el período Zand, Shiraz se convirtió no sólo en la capital de Persia en ese momento, sino también en el centro de excelencia artística de Persia. El fundador de la dinastía Zand, Karim Khan, fue asimismo un destacado mecenas de la pintura, generándose así un renacimiento general de las artes.

Karim Khan Zand y sus parientes, atribuido a Muhammed Sadiq, Shiraz, c. 1779. 

Si bien un aspecto de la imagen pública de los Qajar los vinculaba a la larga historia de Persia y a sus antiguas dinastías, otro componente de su identidad era el de modernizadores y reformadores. Esto llevó a grandes cambios, como la aceptación de nuevas tecnologías como el ferrocarril y el telégrafo. En el terreno de las artes visuales esto significó el apoyo a las nuevas técnicas de litografía y fotografía, así como a aplicaciones innovadoras dentro de formas de arte ya existentes en Persia, como el retrato y la pintura al óleo.

Entre la nostalgia y lo moderno 

Fath Ali Shah entronizado con sus hijos. Abdallah Khan. Entre 1816 y 1820.

Como se mencionó anteriormente, el arte Qajar está firmemente arraigado en la tradición persa y al mismo tiempo brinda una expresión visual precisa de los cambios en la Persia del siglo XIX. Mientras que las artes persas suelen asociarse mayormente con pinturas y alfombras en miniatura (u otras artes decorativas de lujo), las artes del período Qajar se caracterizan por obras a gran escala y la incorporación de nuevas tecnologías.

La influencia europea queda muy bien evidenciada en la posición destacada y el prestigio que se le dio a la pintura al óleo. Si bien las pinturas al óleo habían sido habituales durante períodos anteriores del arte persa, fue la influencia de los maestros europeos, como Rubens y Rembrandt, que lo elevaron al más alto nivel. 

La pintura del período Qajar se caracteriza por un estilo exuberante y un uso extravagante del color, que se volvió más enfático a medida que avanzaba el siglo XIX. La aplicación intensa de pintura y los colores oscuros, ricos y saturados son elementos de la pintura Qajar que deben sus influencias directamente al estilo europeo.

Un pequeño panel pintado de laca que representa a Fath Ali Shah Qajar cazando con un extenso séquito. Finales del siglo XIX/principios del XX.

Una característica particularmente importante del arte Qajar es la riqueza de su iconografía. Las flores (especialmente las rosas y los lirios), las frutas y el follaje funcionan como motivos centrales y de apoyo. Hay vistas de paisajes pastorales y edificios inspirados principalmente en las importadas ilustraciones europeas. 

La nostalgia por el pasado de Persia se refleja en escenas de gobernantes sasánidas, temas tradicionales tomados de la literatura persa y batallas con los turcos otomanos y los mongoles. El mundo contemporáneo se ve en la representación de los gobernantes Qajar en distintas situaciones, oficiales e informales, y en escenas de la vida cotidiana tratadas con diversos grados de naturalismo; donde la influencia europea se entromete sin temor.

No obstante, la iconografía más significativa proviene de los temas del folclore popular, que se encuentran en las pinturas al óleo que decoran las paredes de las cafeterías, pinturas sobre vidrio, litografías de colores y paneles de azulejos. Estas imágenes, exclusivas del período Qajar, representan la supervivencia de una tradición cuya historia anterior se ha perdido.

Yusef con sus hermanos. Finales del siglo XIX.

Los retratos reales

Tal como se refirió previamente, las obras más célebres de este periodo fueron los retratos de los shah persas. Son retratos particulares, destinados a asombrar, en el que el shah muestra los atavíos de su autoridad, así como también evidencia sus logros y riquezas.

Fatḥ Ali Shah fue el primer líder real en promover las artes en Persia, reuniendo a varios de sus artistas preferidos y encargando pinturas de él mismo. Hay una gran cantidad de retratos de él, pintados durante los años de su reinado, algunos de los cuales fueron obsequiados a líderes de otros países o figuras persas importantes, así como a rivales políticos. Todos con un estilo similar, lo cual garantizaba que siempre estuviera rodeado de símbolos de riqueza como piedras preciosas, y además se lo representaba con una larga barba, considerada un signo de virilidad. 

Fath Ali Shah en su trono ( c . 1800–06), atribuido a Mihr ‘Ali. Museo del Louvre, París. 

Podemos afirmar que los retratos reales son una forma efectiva de legitimar la potestad de los reinantes. Algunas de las características que definen a los retratos de, por ejemplo, Fath Ali Shah (que se aplican asimismo a muchos retratos reales Qajar) son: el énfasis en la figura y en las insignias imperiales, las poses rígidas y frontales, los gestos autoritarios y las miradas penetrantes. 

Los retratos reales eran venerados de la misma manera que las imágenes religiosas debido a una antigua tradición persa. Durante las ceremonias y procesiones de la corte, los espectadores se inclinaban ante la imagen como si estuvieran en presencia del mismísimo shah. La ex-curadora de arte islámico del museo de Brooklyn, Layla Diba, afirma:

Los retratos eran propaganda. Los gobernantes que los encargaron eran muy conscientes del papel que podían desempeñar. Desde los primeros períodos del Islam, en el período omeya, apenas comenzó a florecer una cultura cortesana, entraron en contacto con el arte bizantino y el clásico tardío; se empieza a ver el uso de pinturas murales a gran escala en los palacios de los gobernantes. A las imágenes se les atribuían ciertos poderes y ciertamente estaban destinadas a provocar respuestas emocionales y psicológicas. Literalmente, la gente se inclinaba ante estas pinturas. Entonces, ya sea en una ceremonia de la corte donde el gobernante estaría presente y luego se esperaba que los funcionarios de la corte y los diplomáticos se inclinaran y esencialmente lo veneraran, incluso en los casos en que él no estuviera presente, se colocaría un retrato en una silla. o sería llevado en procesión y se esperaba que la gente lo venerara en lugar del gobernante. Así que le dieron mucho poder a estas imágenes”.

La pintura es la historia visual de cada época

La pintura al óleo a gran escala, que había florecido en el período Zand, se convertiría en la forma principal de pintura en el período Qajar. Fue Fath Ali Shah quien patrocinó las artes en este periodo, reuniendo en un taller a pintores como Mirza Baba, Mihr ‘Ali y Abdallah Khan. Mirza Baba generalmente se concentraba en pinturas al óleo a gran escala, incluidos varios magníficos retratos de Fath Ali Shah, los cuales eran íconos increíblemente detallados que enfatizaban los trajes y accesorios que proclamaban el estatus del gobernante, y que daban una sensación de esplendor, fuerza y ​​estabilidad. 

Otras pinturas al óleo de gran escala se emplearon como decoración mural. Aparte de estos temas reales, los temas de las pinturas al óleo incluían retratos animados de mujeres y bailarinas de la corte, escenas de caza, mujeres vestidas a la europea y figuras religiosas. 

Es imposible no mencionar cómo la pintura al óleo recibió un nuevo impulso gracias al trabajo del pintor de la corte del shah Naser al-Din Shah, el artista Abu’l-Hasan Khan Ghaffari (conocido como como Sani al Mulk cuyo significado es «El artesano del reino»), quien estudió pintura en Italia. Su obra muestra lo bien que absorbió la formación europea. También fue considerado un maestro de la litografía. Editar el periódico semanal de la corte era su responsabilidad primordial. El mismo se llamaba Ruznameh-ye Dowlat-e ʿAliyeh-ye Iran (El periódico del gran gobierno de Irán), y era impreso mediante un proceso litográfico. Contenía representaciones de acontecimientos notables, retratos de personas del palacio real, impresiones de los espacios interiores del palacio y mostraba las actividades diarias de Naser al-Din Shah. Llevar estas imágenes al público le permitió al shah establecer una mayor y mejor relación con sus súbditos. Asimismo, fue quien supervisó la ilustración en acuarela de un conocido manuscrito de Las mil y una noches, el cual puede verse hoy en día en Teherán, en la Biblioteca del Palacio de Golestán. Es una obra maestra de la pintura en miniatura iraní de su época.

Ilustraciones en miniatura de una versión persa de Las mil y una noches, creadas por Abu’l-Hasan Khan Ghaffari y otros artistas bajo su supervisión. 1853. Biblioteca del Palacio de Golestán. 

La pintura es la historia visual de cada época, su estudio hace que uno pueda comprender mejor la cultura y el pensamiento común de las personas de esa sociedad. Es interesante observar cómo en la pintura Qajar conviven de forma tan armoniosa la tradición con la modernidad. La pintura persa demuestra su capacidad para recibir y remodelar influencias y estilos para satisfacer sus propias necesidades, adaptándose siempre a las nuevas técnicas y tecnologías. 

Referencias

Estudiante avanzada de Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). Estudios en idiomas (alemán, neerlandés, euskera y guaraní). Áreas de interés: investigación en Artes, pintura, Estética e idiomas, especialmente germánicos y urálicos.

ercila@tarpan.cl

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