¿Quiénes son los coreanos de Asia Central?

A finales del siglo XIX, miles de coreanos emigraron al Imperio Ruso, asentándose en el Lejano Oriente. En 1937, Stalin y Molotov firmaron la resolución en la que son deportados hacia Asia Central. Hoy en día, su legado perdura en la región con una fuerte presencia en Kazajstán y Uzbekistán.

Master of Artes en Estudios Coreanos por la Universidad de Sogang, Corea del Sur. Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de KAZGUU, Kazajstán.

Su interés de investigación cubre la historia del comunismo asiático causado por el Imperio Japonés a principios de la década de 1900 y la historia postsoviética.

aiganymtoleulieva@gmail.com

Tiempo de lectura:8 Minutos, 45 Segundos

– ¡Hola! ¿De dónde eres?

– Soy de Kazajstán.

– ¡Pero te apellidas Kim! Y tu nombre suena ruso.

– Sí, soy coreana de Kazajstán.

– Entonces, ¿hablas coreano?

– No, mi lengua materna es el ruso.

Este tipo de intercambio es una experiencia habitual para los coreanos de Asia Central cuando interactúan con personas de orígenes culturales diferentes. Sus nombres por sí solos encierran historias profundas y relatos familiares que esperan ser descubiertos.

Foto: Exposición “El país de la esperanza” en Seúl, Corea del Sur, tomada por la autora. 

¿Quiénes son los coreanos de Asia Central?

Aproximadamente 500.000 coreanos residen en las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, de los cuales dos tercios viven en Kazajstán y Uzbekistán, y el resto principalmente en Rusia. Durante la era soviética, la historia de los coreanos no se trataba como algo distinto, sino como parte de la narrativa soviética más amplia, ya que todos los ciudadanos eran considerados “soviéticos” en primer lugar. El término “coreanos soviéticos” se utilizaba principalmente en la literatura académica extranjera y no en la local.

Para comprender la vida de los coreanos en Asia Central, primero debemos ahondar en su historia. Los coreanos soviéticos pueden clasificarse en dos grupos principales1:

  1. Koryo-saram: El grupo más numeroso está formado por descendientes de emigrantes de la provincia septentrional de Hamgyong de la península coreana (actualmente, este territorio pertenece a Corea del Norte / RPDC debido a la guerra de Corea de 1950-1953) que se asentaron en el Lejano Oriente ruso. Varios  de este grupo han vivido en territorio ruso o soviético durante 2-5 generaciones y se les conoce colectivamente como «Koryo-saram».
  2. Coreanos de Sajalín: Entre 1939 y 1945, el gobierno colonial japonés trasladó por la fuerza a unos 60.000 coreanos del sur de Corea a la prefectura de Karafuto (sur de Sajalín). Al final de la Segunda Guerra Mundial, quedaban allí más de 47.000 coreanos. En la actualidad, la población coreana de Sajalín supera los 35.000, incluidos los que emigraron durante la década de 1940 y sus descendientes, que ahora abarcan hasta tres generaciones. 

El término “Koryo-saram” combina “Koryo”, nombre histórico de Corea derivado de la dinastía Goryeo (Koryŏ, origen del nombre moderno “Corea”), y “saram”, que significa “persona” o “pueblo”. 

Asentamiento coreano Koryo-saram en el Óblast de Primorskaya (1904).

Los primeros coreanos que entraron en el Imperio Ruso fueron 761 familias, con un total de 5.310 personas. Estas familias tuvieron que huir de Corea debido a la hambruna, los desastres naturales, la falta de tierras y la presión feudal. Estos emigrantes se asentaron inicialmente en el territorio Qing (el actual Lejano Oriente ruso y la ciudad de Vladivostok), que fue cedido a Rusia mediante la Convención de Pekín en 1860. Muchos campesinos coreanos consideraron que estas tierras ofrecían mejores oportunidades y se trasladaron allí. En el censo del Imperio Ruso de 1897, había 26.005 coreanohablantes (16.225 hombres y 9.780 mujeres) en todo el territorio.

A principios del siglo XX, las tensiones entre Corea, Rusia y Japón marcaron las experiencias de los emigrantes coreanos. Tras el fin de la guerra ruso-japonesa en 1907, Rusia, presionada por Japón, aprobó una ley anti-coreana. Esta ley llevó a la confiscación de las tierras de los campesinos coreanos y al despido de trabajadores coreanos. Sin embargo, tras la violenta represión japonesa del Movimiento del 1 de marzo en 1919, aumentó la emigración coreana a Rusia2.

La comunidad coreana de Sinhanch’on («Nueva Aldea Coreana»), en Vladivostok, se convirtió en un centro de actividades nacionalistas, incluido el apoyo al movimiento independentista de Corea. El 4 de abril de 1920, las fuerzas japonesas atacaron la aldea, causando la muerte de cientos de personas.

Foto: Exposición «El país de la esperanza» en Seúl, Corea del Sur, tomada por la autora.  Alumnos coreanos de la Escuela del Partido Soviético de Corea, 1933 en la ciudad de Chitá, Rusia.

Sin embargo, la creciente desconfianza hacia los coreanos en el Lejano Oriente ruso debido a sus vínculos étnicos y familiares con el Imperio japonés culminó con su deportación3

Foto: Exposición «El país de la esperanza» en Seúl, Corea del Sur, tomada por la autora. 

El 17 de julio de 1937, el Comité Ejecutivo Central de la Unión Soviética emitió una resolución que designaba todas las regiones fronterizas como «zonas especiales de defensa». Las minorías étnicas de estas zonas, incluidos alemanes, polacos y coreanos, fueron calificadas de amenazas potenciales para la seguridad soviética. El periódico soviético Pravda acusó a los coreanos de actuar como agentes de Japón, lo que llevó al cierre de las fronteras y al inicio de una «limpieza de las zonas fronterizas”.

El 21 de agosto de 1937, Iósif Stalin y Vyacheslav Molotov firmaron la Resolución 1428-326 ss, ordenando la reubicación de la población coreana de las regiones fronterizas del Lejano Oriente. Para el 25 de octubre de ese año, 36.442 familias coreanas, con un total de 171.781 individuos, habían sido deportadas por la fuerza a Asia Central. Otro motivo de tal recelo era la colonización de la península coreana: todos los coreanos eran súbditos de Japón, y Japón podía utilizarlo como «excusa» para anexionarse el territorio ruso de Extremo Oriente, ya que allí vivían coreanos (súbditos y ciudadanos japoneses).

Durante la era soviética, la política de korenizatsiya (indigenización) fomentó la creación de instituciones coreanas. Entre ellos había 105 consejos de aldeas coreanas, una región administrativa dedicada a los coreanos, 380 escuelas de lengua coreana, 2 escuelas de magisterio, 1 escuela pedagógica, 3 hospitales, 1 teatro, 6 revistas y 7 periódicos, de los cuales el mayor, Sonbong (llamado más tarde Lenin Kichi desde 1938 a 1990 y posteriormente Koryo Ilbo hasta el día de hoy), alcanzó una tirada de 10.000 ejemplares. En el censo de 1937 vivían 168.259 coreanos4.

El periódico de los coreanos soviéticos Sonbong se publicó desde 1923 en el Lejano Oriente ruso , y después de la deportación de los coreanos comenzó a publicarse en Kazajstán con el nombre de «Lenin kichi» (bandera de Lenin). Actualmente la publicación se mantiene con el nombre de Koryo Ilbo. Foto: Kommersant.

Los coreanos deportados se enfrentaron a duras condiciones en su nuevo entorno. La ayuda financiera prometida nunca llegó y muchos deportados, que eran agricultores de arroz y pescadores, tuvieron dificultades para adaptarse al árido clima de Asia Central. A pesar de estas dificultades, la comunidad acabó estableciéndose y sentó las bases de la vibrante diáspora coreana actual en la región.

Aunque algunos deportados recibieron una indemnización media de 6.000 rublos por familia y se les permitió traer ganado, el proceso de reasentamiento estuvo a menudo mal gestionado. Muchos coreanos soportaron duras condiciones durante el transporte y a su llegada. Por ejemplo, 4.000 coreanos que llegaron a Kostanay el 31 de diciembre de 1937 pasaron casi una semana confinados en vagones de tren a temperaturas bajo cero antes de que las autoridades locales tomaran medidas. Luego fueron dispersados en alojamientos improvisados como hospitales abandonados, prisiones y almacenes5.

Foto: Exposición «El país de la esperanza» en Seúl, Corea del Sur, tomada por la autora. Empleados de Lenin Kichi, el único periódico en coreano del Koryo-saram en Asia Central, aprox. 1955, Kyzylorda, Kazajstán.

En octubre de 1938, 18.649 hogares coreanos habían establecido 59 nuevas granjas colectivas (koljoses), mientras que 3.945 familias se unieron a las ya existentes. A estos colonos se les encomendó el cultivo de arroz y hortalizas, la pesca y la producción de algodón. Sin embargo, persistían graves problemas, como la escasez de alimentos, agua, medicinas y empleo. Algunas familias escribieron cartas a los dirigentes de las granjas colectivas advirtiéndoles del hambre y el deterioro de sus condiciones de vida.

A pesar de estas dificultades, la supervivencia de muchos deportados fue posible gracias a la generosidad de las comunidades locales kazajas y uzbekas, que compartieron sus limitados alimentos y les proporcionaron refugio. Estos actos de bondad ayudaron a los deportados a soportar uno de los capítulos más difíciles de su historia.

Koryio-saram: Cultura e idioma en la actualidad

La mayoría de los koryo-saram de Asia Central residen en Kazajstán y Uzbekistán. En Kazajstán, Almaty ha sido durante mucho tiempo el centro cultural de la herencia coreana, ya que albergó el único periódico en coreano de la región y el Teatro Coreano de Kazajstán durante gran parte del siglo XX.

El koryo-mal, la lengua del Koryo-Saram, ha sufrido importantes transformaciones. Los primeros emigrantes coreanos al Lejano Oriente ruso procedían predominantemente de las provincias septentrionales de Hamgyong y Pyongan de la península coreana6. Con el tiempo, sus dialectos absorbieron influencias de varios idiomas, incluido el ruso durante su asentamiento en el Lejano Oriente y el uzbeko/kazajo tras su deportación a Asia Central. Surgieron palabras y frases exclusivas del koryo-mal, que incorporaban elementos del ruso, el kazajo y el uzbeko, lo que hizo que el dialecto fuera cada vez más distinto e ininteligible para los hablantes del coreano estándar.

Por ejemplo, términos como kolkhoz (granja colectiva) y kobondi (líder de la comunidad) resultan familiares al koryo-saram, pero son extraños para los surcoreanos no familiarizados con la realidad soviética o centroasiática. Desgraciadamente, el koryo-mal experimentó un fuerte declive, sobre todo a partir de la década de 1950, cuando las granjas colectivas coreanas de Kazajstán empezaron a disolverse y disminuyó el uso cotidiano de la lengua. En la década de 1990, estas granjas habían desaparecido en su mayoría, lo que erosionó aún más el entorno en el que se hablaba activamente el koryo-mal.

A diferencia del coreano estándar (utilizado tanto en Corea del Sur como en Corea del Norte), que tiene unos 45 usos funcionales en la educación, la gobernanza, la literatura y la comunicación formal, el koryo-mal se limitaba al ámbito informal y cotidiano. Nunca se utilizó en documentos oficiales, materiales educativos o discursos públicos, ni se representó en obras teatrales hasta los recientes esfuerzos por preservar el dialecto.

Hoy, el koryo-mal es en gran medida una reliquia del pasado, reflejo de las experiencias únicas de los koryo-saram en su adaptación a los complejos paisajes culturales y políticos de la Unión Soviética y Asia Central. La historia de los coreanos de Asia Central es una historia de resistencia, adaptación y supervivencia. Sus nombres, tradiciones e incluso su lengua reflejan la compleja interacción de culturas e historias que definen su experiencia.

Referencias

  1. Kim, G. (2008). What is in our names? 이문하과 농촌, 12(Issue), 153–175. Konguk University. ↩︎
  2. Ginsburgs, G. (1975). Citizenship status of Koreans in prerevolutionary Russia and in the early years of the Soviet regime. Journal of Korean Affairs, 2(2), 1–19. ↩︎
  3. Gelb, M. (1995). An early Soviet ethnic deportation: The Far-Eastern Koreans. Russian Review, 54(July). ↩︎
  4. Kim, G. (2003–2004). Kore Saram or Koreans of the former Soviet Union in the past and present. Amerasia Journal, 29(3), 14–19. ↩︎
  5. Pohl, O. (2018). Cultural, spatial, and legal displacement of the Korean diaspora in the USSR: 1937–1945. The Review of Korean Studies, 21(1), 171–188. ↩︎
  6. Ahn, E. S. (2019). Tracing the language roots and migration routes of Koreans from the Far East to Central Asia. Journal of Language, Identity & Education. ↩︎

Traducción, portada y edición por Mercedes Ercila

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