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El Ministerio de Salud de Israel está implementando un programa de recuperación póstuma de esperma (PSR, por sus siglas en inglés) destinado a recolectar esperma de varones jóvenes fallecidos, en especial de soldados muertos. El objetivo de extraer y congelar estas secreciones es su posterior utilización en la engendración de hijos para perpetuar el legado genético del difunto.

El programa se aprobó por primera vez en Israel en el año 2003, y establece que la esposa puede obtener el semen de su difunto marido si así lo solicita, incluso sin el consentimiento previo en vida del mismo. Las mujeres menores de 45 años también pueden ser inseminadas artificialmente con esperma congelado de forma gratuita. 

Según una publicación de The Times of Israel, las solicitudes de métodos reproductivos póstumos han aumentado desde el ataque de Hamás del 7 de octubre. Lo mismo afirma el periódico israelí Haaretz, asegurando que hasta el 9 de noviembre se había llevado a cabo el programa PSR con 33 hombres muertos (29 soldados y 4 civiles).

Video publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel en su cuenta de LinkedIn y en Youtube. Tras la muerte de su marido, Shaylee Atary pide ayuda para que se encuentre su cuerpo para extraer su esperma antes de que la muestra se vuelva estéril.

El PSR, realizado de manera óptima dentro de las 24 horas posteriores a la muerte, debía realizarse por orden del tribunal de familia en el caso de un hombre soltero, mientras que las viudas podían hacerlo sin ninguna burocracia legal. No obstante, desde el 7 de octubre, el Ministerio de Salud de Israel ha permitido a los padres eludir los procedimientos legales habituales para recuperar el esperma de sus hijos. 

El procedimiento

Los espermatozoides se extraen mediante una incisión en los testículos y se congelan en nitrógeno líquido. Se tiene poco tiempo: el ministerio afirma que el esperma debe recolectarse dentro de las 24 horas posteriores a la muerte para aumentar sus posibilidades de viabilidad cuando se descongela y se utiliza para fertilizar un óvulo. Sin embargo, los expertos dicen que el PSR puede realizarse incluso varios días después de la muerte, cuando los espermatozoides ya no son móviles.

La entidad estatal ha creado una unidad especial que trabaja 24 horas al día y 7 días a la semana con las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y los cuatro hospitales que albergan los bancos de esperma (Ichilov, Sheba, Shamir y Beilinson) para notificar a las familias sobre la opción de PSR e intentar recuperarlo lo antes posible tras la muerte de su hijo o marido. 

La fertilización in vitro fue por mucho tiempo la norma en Israel, la criopreservación es un procedimiento de rutina en las clínicas de fertilidad y se vuelve cada vez más popular entre las mujeres jóvenes. Sólo en unos pocos países las medidas de planificación familiar están tan fuertemente subsidiadas por el Estado como en Israel. 

Las políticas orientadas a la promoción de la natalidad han sido una prioridad para Israel desde su fundación en 1948. Estas medidas orientadas a favorecer el crecimiento demográfico del país han ido de la mano históricamente con otro factor determinante y que caracteriza al país desde sus cimientos: la inmigración.

El caso de los judíos etíopes y soviéticos

En la publicación The Israeli Case: Lessons from Integrating Russian and Ethiopian Immigrants,1989–1992 de Fred Lazin se aborda la diferencia en la absorción de las poblaciones judías provenientes de ambos países, cuyo análisis afirma que en Israel las políticas de recepción favorecieron a los provenientes de la Unión Soviética por sobre sus pares africanos, en donde las administraciones locales (alcaldías) tuvieron un rol determinante en la gestión implementación de estas políticas:

En el caso de Israel, no todos los alcaldes favorecieron la política de querer un máximo de judíos soviéticos. Algunos querían mantener alejados a los etíopes. Con la ola masiva de inmigrantes, el gobierno construyó comunidades temporales de caravanas para albergarlos. Algunos municipios se opusieron a que se colocara una comunidad de caravanas en su ciudad o pueblo. Cuando estos esfuerzos fracasaron, algunos alcaldes los colocaron al borde del municipio y no brindaron servicios. En marcado contraste, el alcalde de Beer Sheva quería un número máximo de inmigrantes soviéticos. Él creía que ayudarían a desarrollar la ciudad. Esperaba que el gobierno, la Agencia Judía y los judíos de la Diáspora proporcionaran recursos para facilitar la absorción de los inmigrantes.

Fred Lazin, The Israeli Case: Lessons from Integrating Russian and Ethiopian Immigrants,1989–1992

Judíos soviéticos en Israel

Después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética tenía la segunda comunidad judía más grande del mundo. Los judíos soviéticos eran diversos.

En las áreas occidentales (europeas) eran en su mayoría judíos asquenazíes. Parte importante de ellos tenían altas tasas de escolaridad, por lo que eran altamente calificados e integrados en la sociedad soviética. Por otro lado, en las repúblicas islámicas orientales en su mayoría eran judíos no europeos, que se parecían a los judíos de Irak y Kurdistán. Algunos judíos asquenazíes «rusos» cuyas familias emigraron durante el régimen soviético también vivieron en las repúblicas islámicas soviéticas. Los judíos del Este permanecieron más tradicionales, menos asimilados y con una orientación mucho menos occidental. También en el centro sur de la Unión Soviética existía la comunidad judía tradicional de la República de Georgia.

En la década de 1970, el gobierno soviético permitió que más de 200.000 judíos se fueran con visas a Israel. Frente a la falta de vuelos directos, la mayoría se dirigió a Israel a través de Viena. A partir de 1975, muchos «abandonaron» con la esperanza de reasentarse en los Estados Unidos y en otros países. En ese momento, el gobierno soviético solo permitía a los judíos soviéticos solicitar visas para Israel. A raíz de la reacción occidental a la invasión soviética de Afganistán, la Unión Soviética detuvo la emigración de judíos soviéticos en 1982.

El departamento de absorción de la Agencia Judía reasentó a la mayoría de los inmigrantes judíos soviéticos que llegaron entre 1967 y 1982 en centros de absorción en todo el país. Colocaron a muchos en unidades amuebladas en nuevos edificios de apartamentos.

Los inmigrantes adultos estudiaban hebreo y los niños iban a la escuela. El gobierno proporcionó a los inmigrantes diversos beneficios económicos y subsidió la compra de electrodomésticos y automóviles a menos de la mitad del precio del mercado israelí. Muchos inmigrantes soviéticos utilizaron grandes hipotecas para comprar apartamentos en todo Israel. El temor de que los inmigrantes soviéticos pudieran irse a Estados Unidos motivó la provisión de muchos de los beneficios.

Judíos etíopes en Israel

Antes de 1977, sólo 100 judíos etíopes «habían sido autorizados a regañadientes (a inmigrar) por las autoridades etíopes o israelíes», según cita el trabajo de Lazin. Anteriormente, los líderes gubernamentales (del Partido Laborista Israelí) se oponían a su inmigración. Además, los grupos religiosos y políticos judíos ortodoxos argumentaron que los etíopes no eran judíos auténticos.

En 1973, el Gran Rabino Sefardí Ovadia Yosef los reconoció como descendientes de la Tribu de Dan (una de las tribus históricas de Israel según las fuentes hebreas) y elegibles para inmigrar bajo la Ley del Retorno.

En el año 1991 más de 14.000 etíopes judíos (conocidos también como Beta Israel) fueron trasladados a Israel desde Addis Abeba, capital de Etiopía, mediante una operación militar encubierta llamada Operación Solomon. Debido a la inestabilidad política y a la hambruna que amenazaba Etiopía, el gobierno israelí tenía el deseo de salvar de la extinción a esta comunidad considerada descendiente directa de la tribu de Dan.

No obstante, la adaptación de esta población en la sociedad israelí no resultó como se esperaba, ya que los miembros de esta comunidad, quienes sumaban en 2015 unas 140.000 personas, se han quejado de que sufren de discriminación, racismo y pobreza. Además, se ha producido una vulneración importante a sus derechos luego de que Israel administrara inyecciones anticonceptivas a mujeres judías etíopes sin su conocimiento o consentimiento.

La periodista de investigación Gal Gabai realizó entrevistas a más de 30 mujeres judías etíopes en un intento de descubrir por qué las tasas de natalidad en la comunidad habían caído de forma tan drástica, donde la tasa de natalidad llegó a tener un descenso del 50%. Una de las mujeres afirmó que médicos israelíes les aseguraban que eran vacunas, pero ellas no querían inyectarse. Otra mujer, que padecía osteoporosis, comentó que había estado recibiendo inyecciones durante cuatro años sin que nunca le advirtieran que tal medicamento era peligroso para las mujeres en su condición.

Distintas investigaciones han encontrado el uso de Depo-Provera en estos planes, la cual se inyecta cada tres meses y se considera un anticonceptivo muy eficaz y duradero.

Estas medidas sobre el control de la natalidad son temas sensibles dentro de la opinión pública en Israel, donde la población de judíos etíopes suele quejarse por la discriminación que reciben, teniendo un número importante de antecedentes relacionados. Las autoridades israelíes admitieron que habían eliminado en secreto donaciones de sangre hechas por israelíes etíopes por temor al VIH/SIDA entre 1984 y 1996.

Protestas contra la discriminación racial

Miles de judíos etíopes que viven en Israel se han manifestado en distintas ocasiones afirmando haber sido víctimas de discriminación y pidiendo legislación contra el racismo y la brutalidad policial.

Por ejemplo, en el año 2015, un vídeo mostró al soldado etíope-israelí Damas Pakada siendo golpeado por policías desencadenó una ola de protestas que duraron diez días. En las mismas manifestaciones, la policía israelí utilizó gases lacrimógenos contra los manifestantes. Otras protestas se produjeron en el año 2019, en respuesta a la muerte del joven de 18 años Solomon Teka a manos de un oficial de policía israelí en Haifa. Los judíos etíopes se amotinaron a raíz del asesinato y organizaron protestas en varias ciudades israelíes a partir del 2 de julio de ese año.

Al año siguiente, en el 2020, se realizaron marchas en solidaridad con los manifestantes estadounidenses tras el asesinato de George Floyd. Los manifestantes agitaron carteles de «Black Lives Matter» y corearon «George Floyd». También gritaron otro nombre: nuevamente, el de Solomon Teka. Siguiendo a VICE News, en los últimos años seis jóvenes de ascendencia etíope han sido asesinados por la policía según la Asociación para la Educación y la Integración Social de los Judíos Etíopes.

Según una nota de The Times of Israel, la protesta más reciente se produjo el pasado 30 de agosto en Tel Aviv, acusando nuevamente a las autoridades de indiferencia, racismo e indulgencia hacia un conductor que atropelló al niño de 4 años Rafael Adana, en mayo.

Construcción nacional y eugenesia

¿Es posible afirmar que algunos grupos étnicos dentro de la población judía en Israel son más ideales que otros?

Israel posee un alto desarrollo tecnológico en sus métodos de fecundación y planificación familiar, materializados, por ejemplo, en el programa de recuperación póstuma de esperma israelí y las políticas orientadas a la promoción reproductiva de su población, en las cuales el factor de migración es irrenunciable para su gestión.

Los antecedentes apuntan a que determinados grupos de la población judía de Israel han sido ampliamente más beneficiados ante el acceso tanto a estos programas como a sus propios derechos reproductivos, y a su rol en la sociedad en general, condicionando su inclusión a nivel socioeconómico.

En la investigación Zionist eugenics, mixed marriage, and the creation of a «new Jewish type« de la investigadora Dafna Hirsh se explora esta incógnita en el caso israelí desde el análisis de publicaciones científicas y textos de investigadores de orientación zionista desde comienzos del siglo XX, señalando contradicciones en el uso de conceptos como raza, los cuales en determinados contextos servían para establecer una unidad judía para la construcción nacional de Israel (vinculada con la urgencia de la creación del nuevo Estado), mientras que en otros para establecer diversidad y jerarquizaciones entre los distintos grupos judíos.

Durante gran parte del dominio otomano, la comunidad sefardí de Palestina fue política y económicamente predominante en la sociedad judía. En la segunda mitad del siglo XIX su posición comenzó a debilitarse. Disminuyó aún más a principios del siglo XX, con la creciente inmigración sionista de Europa del Este, y especialmente después de la Primera Guerra Mundial, la creación del Mandato Británico y el surgimiento de las instituciones nacionales judías. El poder político y social pasó a manos de los sionistas de Europa del Este, que se convirtieron en la mayoría de la población judía de Palestina. Durante el período del Mandato, los judíos Mizrahi se concentraron desproporcionadamente en las clases baja y media baja, y generalmente no estaban asimilados a la sociedad e instituciones sionistas, con la excepción de algunos grupos, principalmente sefardíes.


De hecho, el discurso médico fue un importante mediador de las ideas orientalistas para los judíos de Palestina. La medicina pública fue uno de los principales campos de interacción regular entre judíos asquenazíes y Mizrahi durante el período del Mandato, y esto se reflejó en la presencia de judíos Mizrahi en este discurso. A menudo representaba a los miembros de varias comunidades mizrahi como variaciones de un solo tipo: se los describía como primitivos, supersticiosos, ignorantes, negligentes con sus hijos, pasivos, carentes de impulso y voluntad de cambiar, en general, como un tipo esencialmente diferente, física y mentalmente, de los inmigrantes de Europa.


La racialización de los grupos judíos no se originó en Palestina. Como se señaló anteriormente, ya a fines del siglo XIX, los científicos raciales distinguían entre judíos asquenazíes y sefardíes, que eran percibidos como dos «tipos raciales» distintos. Sin embargo, en los trabajos de los científicos judíos europeos, los judíos sefardíes generalmente se presentaban como los polos opuestos de los degenerados judíos asquenazíes del gueto. Para muchos científicos judíos, particularmente los sionistas entre ellos, los judíos sefardíes representaban al «judío original» y, por lo tanto, su imagen combinaba la idea de un glorioso pasado judío con la perspectiva de un «renacimiento» nacional.

Hirsch, D. (2009), Zionist eugenics, mixed marriage, and the creation of a ‘new Jewish type’. Journal of the Royal Anthropological Institute, 15: 592-609. 

En la misma línea, Fred Lazin escribió en su trabajo que «los líderes de Israel dieron la bienvenida a los judíos de tierras árabes a quienes despreciaban por ser primitivos, menos educados y muy diferentes de los judíos de Europa, pero los aceptaron para preservar la mayoría judía y lograr una masa demográfica crítica necesaria para la supervivencia económica».

Los etíopes enfrentaban un estatus similar de segunda o tercera clase de judíos inmigrantes de tierras árabes. Eran necesarios y, por lo tanto, aceptados, pero a regañadientes. No recibieron las mismas oportunidades y beneficios que muchos de los judíos soviéticos.

Respondiendo a la pregunta planteada al comienzo de esta subtítulo de primera instancia, el Estado de Israel demuestra favorecer a ciertos grupos de la población y restringir a otros a sus derechos reproductivos según su grupo étnico (concepto que varía en su definición dentro de discursos nacionalistas israelíes dependiendo del contexto en el que se aplica). En este caso, integrantes de sus fuerzas armadas y sus círculos tienen un acceso privilegiado a estas tecnologías de reproducción frente a otras poblaciones judías etíopes discriminadas socioeconómicamente y restringidas en sus derechos reproductivos.

A manera de conclusión, es importante destacar que la construcción de los conceptos de etnia y nación son fundamentales dentro de la historia contemporánea, tanto del desarrollo de Israel como en casi cualquier otro Estado moderno, y hay casos de sobra de perfeccionamiento de la población en grupos humanos de casi todas las regiones del planeta. Además, registros de prácticas eugenésicas se pueden encontrar incluso desde la época clásica mediterránea.

En el caso de Israel es importante tener en consideración para responder a estas preguntas una serie de factores, tales como las migraciones llegadas durante los siglos XIX y XX al Levante Mediterráneo; los discursos nacionalistas, académicos y religiosos en relación a la importancia de la natalidad en el país tomando como referencias la interpretación de su historia; y de qué manera estas políticas estatales, fundadas en estos discursos, segmentan y generan ciudadanos de segunda clase, los cuales no entrarían dentro de la construcción del individuo israelí (o judío) ideal.

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