Estudiante avanzada de Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). Estudios en idiomas (alemán, neerlandés, euskera y guaraní). Áreas de interés: investigación en Artes, pintura, Estética e idiomas, especialmente germánicos y urálicos.
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Alfons Mucha es reconocido como el máximo exponente del Art Nouveau. Se consagró en París cuando su cartel Gismonda (1894) para la actriz superestrella del momento Sarah Bernhardt anunció el nacimiento del característico “Estilo Mucha”.
La mayor parte de los escritos sobre la carrera de Mucha se centran en carteles comerciales de sus años en París. No obstante, la última parte de su carrera, en la que se dedicó a la representación artística de las causas checas, es en gran medida pasada por alto. Su hijo, Jiří Mucha,le atribuyó este aparente desaire del mundo del arte al patriotismo de su padre debido a que “se negó a convertirse en francés, por lo que lo omitieron de la historia del arte francesa” y también a que “no pidió la ciudadanía francesa, por lo que, después de la Primera Guerra Mundial, eliminaron su nombre de los libros de texto de arte”.
Primeros años y éxito como ilustrador
Mucha nació en el año 1860 en la ciudad de Ivančice, en Moravia del Sur, la cual en ese entonces estaba bajo administración austríaca. Durante la dominación austríaca, las tierras checas formaron parte del Imperio de los Habsburgo, donde el alemán era el idioma oficial y no se practicaba libremente la cultura checa. Sin embargo, la década en la que nació Mucha es considerada como “los años del Renacimiento Nacional Checo”, ya que fue cuando los nacionalistas checos luchaban por su autonomía y se esforzaban por recuperar su cultura checa.
Alfons mostró un temprano talento para el dibujo. Una de sus primeras composiciones conocidas fue realizada cuando tenía unos 8 años. La misma demuestra la influencia de la Iglesia católica incluso en sus años más jóvenes.
Tras decidir dedicarse al arte trabajó en Viena como pintor de decorados de teatro y estudió arte en Múnich y en París, donde ganó reconocimiento como ilustrador.
En 1894, en la imprenta Lemercier, Mucha recibe un encargo de última hora. Justo los artistas habituales de Lemercier se encontraban de vacaciones y la actriz Sarah Bernhardt necesitaba un nuevo cartel para su producción de Gismonda en el Théâtre de la Renaissance en la capital francesa.
El cartel de Mucha se apartó de manera radical del cartelismo tradicional de la época con la sutileza de sus colores pasteles, sus formas alargadas y estrechas, y el efecto de “halo” alrededor de la cabeza del personaje. Se volvió tan popular entre el público parisino que los coleccionistas ofrecían sobornos para obtenerlos o simplemente salían por la noche y los cortaban de las vallas publicitarias. Fue con este poster que Mucha se catapultó a la fama como el ilustrador del momento.
Mucha y el paneslavismo
En el año 1899, el gobierno austrohúngaro encarga a Mucha la decoración del pabellón de Bosnia y Herzegovina en la Exposición Universal que se celebraría en París en 1900. Para preparar este trabajo, el gobierno austriaco patrocinó a Mucha para que viaje por los Balcanes. Investigó su historia y sus costumbres y observó la vida de los eslavos del sur en las regiones ocupadas por el imperio austrohúngaro. De esta experiencia nació la inspiración para un nuevo proyecto: la creación de una epopeya para todos los pueblos eslavos, que se encargara de retratar las alegrías y las penas de su propia nación y las de todos los demás eslavos. Una idea paneslavista que nombró la “Epopeya Eslava” (Slovanská Epopej).
Más tarde en su vida, él afirmó:
Ya en 1900 decidí dedicar la segunda mitad de mi vida a un trabajo que contribuyera a construir y fortalecer el sentimiento de identidad nacional en nuestro país. Estoy convencido de que toda nación sólo puede seguir desarrollándose con éxito si su crecimiento está incesante y orgánicamente conectado a sus raíces, y que el conocimiento de la propia historia es esencial para mantener esta conexión.
Nuestra literatura nos ofrece hermosas obras que presentan el curso de nuestra historia -a veces gloriosa, a veces triste- a la mirada interior de nuestro pueblo.
Alfons Mucha, 1929
Para buscar fondos para su nuevo proyecto, Mucha decidió visitar los Estados Unidos. Su llegada es noticia de primera plana en los periódicos estadounidenses.
Durante su estancia allí intentó emprender una nueva carrera como retratista de sociedad, pensando que se trataba de un trabajo más lucrativo que le permitiría reunir los fondos necesarios para completar su obra magna, la Epopeya Eslava. En 1904, en Nueva York, conoció al millonario estadounidense Charles Richard Crane, quien se volvió su sponsor. Crane accedió no sólo a financiar el proyecto, sino a donar los veinte lienzos de la Epopeya Eslava a la ciudad de Praga, con la condición de que se instalaran en un edificio construido a tal propósito. Charles Crane permitió a Mucha llevar a cabo la obra de su vida y dejó un considerable regalo al pueblo checoslovaco.
Mi padre se sintió muy impresionado por este estadounidense que entendía tan bien el problema eslavo, mientras que Crane encontró sumamente comprensivo el deseo excéntrico de mi padre de trabajar por su nación sin obtener ningún beneficio para sí mismo.
Jiří Mucha
La Epopeya Eslava
Finalmente, Mucha volvería a tierras checas en 1910 para completar su misión. Entre 1911 y 1926, su energía se volcó en la creación de la Epopeya Eslava. Pasó varios años viajando con su esposa e hija dibujando y fotografiando distintas áreas de las tierras eslavas, incluidos los Balcanes y Rusia.
Su colección representa ideas de paneslavismo, patriotismo e identidad nacional. Las obras monumentales de Mucha proporcionaron una representación visual de la identidad nacional y la historia colectiva. Siguiendo a Mucha Foundation, en su serie, Alfons representó veinte episodios clave del pasado eslavo, de antiguo a moderno, diez de ellos sobre episodios de la historia checa y diez sobre episodios históricos de otras regiones eslavas. Los ordenó por ciclos de tal manera que fuese como una línea temporal, no según el año de finalización de cada pintura sino por el hecho histórico representado.
La primera exposición del ciclo completo de la Epopeya Eslava y su traslado oficial a la ciudad de Praga como donación del artista se realizó en otoño de 1928, coincidiendo con el décimo aniversario de Checoslovaquia.
Rusia
Según Mucha Foundation, Mucha consideraba a la Rusia zarista como un epítome de los valores eslavos. Como se mencionó antes, él visitó el país en el año 1913 en busca de inspiración para su Epopeya Eslava. No obstante, este cariño que tuvo por Rusia impulsó a otras obras que realizó entre 1922 y 1923 tras la Gran Hambruna de 1921 en la región del Volga, la cual fue producto de la Revolución rusa comenzada en 1917 y las secuelas de la Primera Guerra Mundial, además de las sequías.
El primero de estos cuadros fue Russia Restituenda (Rusia debe recuperarse), siendo de los más conmovedores de Mucha, servía como petición de ayuda para los niños rusos hambrientos. La representación que hace Mucha de la figura doliente y cansada de la Madre Rusia con un niño frágil en sus brazos se inspira en la iconografía cristiana de la Virgen y el Niño. Para el mensaje en la parte inferior «Rusia debe recuperarse«, Mucha optó por usar el idioma latín, indicando la imparcialidad y el internacionalismo de este esfuerzo humanitario.
El otro cuadro fue Mujer en el desierto, también conocido como Estrella y Siberia, de 1923. En este óleo encontramos a una campesina rusa que simboliza el sufrimiento de la nación y se sienta tranquilamente con un gesto de estar aceptando su destino inevitable. Sin embargo, la estrella que brilla sobre ella indica esperanza y salvación espiritual.
Otros aportes para su nación: Checoslovaquia
Mientras trabajaba en la Epopeya Eslava , Mucha creó también carteles y murales nacionalistas, e incluso diseñó la moneda y los sellos postales para el nuevo Estado de Checoslovaquia, formado en 1918. Él esperaba «construir y fortalecer el sentimiento de conciencia nacional» a través de estas obras, demostrando así su compromiso por proteger la cultura eslava.
Según escribió Jimmy Stamp en Smithsonian Magazine, Mucha creía en el poder transformador del arte, en la idea de que el arte debía hacerse para el pueblo y contribuir a su evolución espiritual y cultural. Cuantas más maneras tuviera de llegar a los ciudadanos de Checoslovaquia, mejor. Los sellos y los billetes son así la evolución máxima de su forma de arte populista y nacional.
Su papel como firme nacionalista se consolidó aun más con sus trabajos para el Sokol (palabra checa para “halcón”), una asociación deportiva que organizaba competiciones. No obstante, no estaba meramente asociado a la esfera del deporte. Si bien el Sokol puede haber entrenado a jóvenes para la gimnasia y competiciones deportivas, jugó también un papel importante en el desarrollo del nacionalismo y patriotismo checos. Sus miembros encontraron expresión en los artículos publicados en la revista Sokol, en las conferencias celebradas en sus bibliotecas y en las representaciones teatrales en los festivales de masas gimnásticas llamados slets.
Siguiendo a Jimena Escoto, el Imperio austríaco llevó a cabo campañas de germanización que causaron que los checos rechazaran cualquier rastro de influencia alemana. Es por lo mismo que se centraron en su propio arte nacional, sus canciones populares e historias. Construyeron teatros, museos y escuelas de arte para educar a las generaciones futuras. Mucha colaboraba, y se encargó de realizar, por ejemplo, un cartel para el Coro de Maestros Moravos, el cual era un famoso grupo que interpretaba canciones populares moravas y obras de Leoš Janáček, influenciado por la música popular eslava. También realizó un cartel para el ballet de acción La princesa Jacinta y uno para la Lotería de la Unidad Nacional.
Su abierto y feroz nacionalismo lo convirtió lamentablemente en uno de los primeros objetivos de la Gestapo cuando los nazis ocuparon Checoslovaquia. Aun siendo liberado tras varios días de interrogatorio, la salud de Mucha se deterioró fuertemente, lo que finalmente lo llevó a fallecer de neumonía en 1939, mientras aquel país que tanto amaba se hallaba nuevamente bajo el control de fuerzas extranjeras.