Desde el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania a comienzos del año pasado han existido voces en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) que se oponen a dar créditos de autoría a científicos rusos y bielorrusos, así como reconocer a las instituciones de esos países, afectando sus posicionamientos en el ranking académico internacional.
Los cuatro grandes experimentos de física que utilizan colisiones de protones en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC por sus siglas en inglés) del CERN, ubicado en Suiza, publican anualmente una gran cantidad de artículos científicos, en los cuales colaboran miles de científicos e ingenieros. Pero en marzo de 2022, el número de nuevos trabajos de investigación de los experimentos del LHC se redujo a cero.
La razón: la falta de acuerdo sobre cómo enumerar y acreditar a los científicos e institutos rusos y bielorrusos, en todo caso. El compromiso temporal, vigente hasta ahora, es de no publicar.
Según fuentes del CERN, después de la invasión de Ucrania, algunos miembros se opusieron a la coautoría con institutos rusos e incluso con personas que trabajaban para ellos (lo que representa aproximadamente el 7% del total de los colaboradores).
Desde marzo, los cuatro experimentos del LHC han seguido preparando nuevos artículos, enviándolos a revistas para su revisión por pares y congelando su publicación. Más de 70 trabajos aún no han sido publicados.
Las publicaciones científicas son la moneda fuerte de la investigación, utilizadas para el intercambio de información y evidencia de las contribuciones de individuos y agencias financiadoras. Los cuatro experimentos más grandes del LHC comprenden colaboraciones de miles de científicos e ingenieros, con artículos generalmente acreditados a todos los miembros del proyecto.
Opiniones cruzadas
El físico ruso Fedor Ratnikov explicó que ninguna política de publicación ha cumplido la mayoría de dos tercios requerida de los institutos participantes en cada colaboración. «La mayoría de mis colegas ucranianos no extienden la responsabilidad de la invasión a sus colegas de los institutos rusos. Yo diría que algunos de mis colegas de la UE son mucho más radicales”.
Brajesh Choudhary, profesor de la Universidad de Delhi y miembro del experimento detector CMS del CERN, comentó que «Si no se publica durante los próximos meses, los estudiantes de doctorado, postdoctorados y profesores jóvenes se enfrentarán a muchos problemas”.
Casi inmediatamente después del comienzo de la guerra, el consejo del CERN decidió rescindir el estatus de observador de la Federación de Rusia y los acuerdos de cooperación con Bielorrusia cuando expiren en dos años (Ucrania es miembro asociado del CERN, cuyos miembros regulares comprenden 22 Estados europeos e Israel, y la cooperación se extiende a varias docenas de países en todo el mundo).
En cuanto a las publicaciones, en una reunión de la junta del LHC en octubre, la dirección del CERN reconoció que «la discusión en las colaboraciones es muy difícil» e instó a las propias juntas de los diversos experimentos a que «la autoría se base en motivos científicos».
Ratnikov, que trabajó en experimentos basados en aceleradores para institutos estadounidenses y alemanes antes de regresar a Moscú en 2016 como profesor, cree que la interrupción de las publicaciones no es el mayor problema.
«De las discusiones con mis colegas rusos, nadie puede aceptar lo que Rusia está haciendo en Ucrania. Simplemente continúan haciendo su trabajo: hacer investigación científica, enseñar a los estudiantes… (Tenemos) esta presión negativa en el CERN a pesar de muchos años, a veces una parte significativa de la vida (de un científico), dedicados al éxito de los experimentos del CERN”, comentó el científico ruso.
Según John Ellis, profesor del King’s College de Londres y veterano físico teórico del CERN: «Los rusos que trabajan en el CERN están cubiertos por acuerdos de cooperación internacional. Si estos colapsan, entonces no hay base legal para que trabajen en Suiza y, sin embargo, algunos han firmado cartas abiertas protestando (contra) la guerra. Explica que la terminación del estatus de observador en 2024 proporciona cobertura hasta entonces, con la esperanza de una solución diplomática permanente, pero exige la «protección general de los científicos».
Este retraso en la cooperación científica y las secuelas de la guerra en el mundo académico no sólo está ocurriendo en el CERN.
German Research Foundation ha advertido a los científicos que no publiquen con coautores de institutos rusos. La base de datos de seguimiento de citas de Web of Science ha dejado de evaluar artículos de Rusia. Existen también informes de árbitros de revisión por pares individuales que rechazan artículos. Y a medida que los institutos rusos se excluyen de los proyectos internacionales, algunos campos de estudio reciben un impacto directo, como la investigación sobre el cambio climático, que se ve retrasada por la suspensión de la colaboración en el Ártico.
En una carta publicada en Science la primavera pasada, cinco destacados científicos occidentales instaron a sus colegas a no «abandonar a los científicos rusos». Una de ellas, Nina Fedoroff, profesora emérita de biología en la Universidad Estatal de Pensilvania opinó que la diplomacia científica «puede separar a los malos actores de los buenos, pero lo hacemos mucho menos a través de los canales oficiales de lo que podríamos estar haciendo.”
A medida que la comunidad internacional de física de partículas se encuentra en un limbo poco común debido a las condiciones geopolíticas actuales, para científicos como Ellis «mantener la colaboración científica es la máxima prioridad, como una excelente manera de unir a las naciones para resolver los problemas de la humanidad.
«Durante la llamada guerra fría, las interacciones entre físicos rusos y estadounidenses y entre los físicos y sus respectivos gobiernos fueron acreditadas por mantener fría la guerra”, señaló Fedoroff.
Artículo publicado originalmente en The Guardian.
Traducido y editado por Gabriel Sandoval Pulido