Crisis en Nagorno Karabaj: Reportes desde el Cáucaso

Entrevista con Beatriz Arslanian, periodista armenia nacida en Argentina.

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Nagorno Karabaj es el principal territorio en disputa entre Armenia y Azerbaiyán en la actualidad. Esta región caucásica ha provocado guerras entre ambos estados en las últimas décadas, cuyas raíces podríamos situarlas durante la época soviética, cuando Stalin decidió ceder esta región de origen armenio a la República Socialista de Azerbaiyán en 1921.

Desde diciembre del 2022 hasta la fecha ha existido una grave crisis humanitaria en Nagorno Karabaj después de que Azerbaiyán bloqueara el corredor de Lachín, el único nexo que existe entre Armenia y la República de Artsaj (Estado de facto que gobierna Nagorno Karabaj), quedando más de 120 mil personas aisladas con el resto del mundo.

Mapa referencial de Nagorno Karabaj (CC).

Beatriz Arslanian, periodista armenia nacida en argentina, es egresada de la Universidad Nacional de Córdoba y Magíster Género, Sociedad y Política egresada de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Arslanian es corresponsal y despacha actualmente desde Armenia y Nagorno Karabaj para France 24, Diario Armenia, Audición Gómidas y Revista Late, además de realizar colaboraciones para distintos medios de comunicación en español.

En esta entrevista conversamos con la comunicadora sobre la crisis Nagorno Karabaj desde distintas aristas del conflicto: los roles de género, la utilización de los medios de comunicación y redes sociales como propaganda de guerra, las relaciones de Armenia con las organizaciones regionales y el ejercicio periodístico en este tipo de entorno.


Cuéntanos sobre tu artículo «Las mujeres van siempre al frente». ¿Desde dónde surge el interés? ¿Cómo se ven las perspectivas de género en un contexto de permanente amenaza militar, como es en Nagorno Karabaj?

El interés por el tema surgió a raíz de la maestría que había hecho, la cual estaba vinculada justamente al género y a las políticas públicas. Aquí en Armenia, a diferencia de las comunidades latinoamericanas, todavía es una cuestión con una discusión muy tibia. Es hablar de género en un contexto en el cual todavía los estereotipos están muy marcados.

Mientras el ámbito productivo está asignado a los varones, el reproductivo es de cajón el lugar donde las mujeres tienen que desempeñar sus roles, sean los trabajos domésticos, el cuidado de los hijos y demás. Más allá de que ha existido una inserción de las mujeres en el mercado laboral muy grande en el último tiempo, todavía permanecen las altas brechas salariales o las dificultades que tienen las mujeres para acceder a puestos de toma de decisiones.

Por un lado, está este tema de género, y por el otro, intenté combinar otro de mis intereses, el sector militar. Me interesa muchísimo cubrir todo lo que son conflictos y zonas hostiles. Entonces, el tema de la mujer en el sector militar fue una combinación de todo lo que me interesa.

Esto también se despertó por una cuestión de deber. Conocidos o gente cercana a mi entorno creció el interés que había en las mujeres por ser parte de este rol, de esta tarea del ciudadano de defender la tierra. Eran mujeres que se estaban cuestionando el hecho de por qué esta tarea le corresponde exclusivamente a los hombres. A partir de ahí empecé a pedir permisos en el Ministerio de Defensa, que es el órgano al cual el Ejército de Defensa de Armenia pertenece.

No hay números certeros de cuántas mujeres hay enlistadas en el Ejército de Armenia. El gobierno aprobó la “Ley de Servicio Militar Obligatorio” para mujeres. En una prueba piloto que hizo el Ministerio de Defensa en septiembre del año pasado tuve la suerte de participar y me inscribí. Duró solo un día, pero sirvió para ver cómo era, ya que me interesa mucho. Era una prueba piloto en la cual se pasaba por diferentes instancias de tiro, táctica y demás. Más allá de ser periodista, también soy armenia, y me interesa lo de la tarea de defender la tierra.

La idea de este artículo era mostrar esa cara oculta, en cierta forma, del sector militar y de la guerra específicamente. Como sabemos, Armenia atravesó una guerra bastante cruel en el 2020, y casi todas las veces se habla de los héroes caídos, que en la mayoría son hombres, pero no de las mujeres, que están la mayoría del tiempo en la retaguardia.

Siempre se las vincula como las madres que están en la casa esperando a los hijos, a los maridos, que necesitan estar en contacto de comunicación con ellos, necesitan saber cómo están, son aquellas que padecen cuando su hijo o su esposo muere, y la mayoría de las veces la mujer está como cubierta por ese rol, no con una función activa en la guerra.

Más allá de que la mayoría estaban aquí porque no se aceptaban voluntarias mujeres para ir, se encargaban entonces de la organización de las campañas solidarias o de refugiar a los habitantes de Artsaj (Nagorno Karabaj) que habían huido, la mayoría niños, mujeres y ancianos. La mujer está como vista como quien está en la retaguardia, delegadas a funciones administrativas o médicas, como el ser enfermera o ser cocinera. Esto más allá de que en el último tiempo hay como un incremento de mujeres que van al frente.

¿Pero por qué no cuestionar esto? ¿Por qué no pensar que la mujer también es una ciudadana con derecho y con la obligación de participar más activamente en el sector militar?

Hay un video que publicaste en Instagram sobre influencers provenientes de Azerbaiyán en los territorios ocupados de Nagorno-Karabaj. Esto me pareció interesante, ya que la mediatización de la guerra en los últimos años ha tenido algunos cambios, y estas acciones pueden ser funcionales a los intereses de Azerbaiyán. ¿Piensas que estas acciones son espontáneas, o puede llegar a ser una política directa del gobierno azerí? ¿Cómo se perciben desde Armenia esto?

Yo pienso que es totalmente organizado por la cúpula de Azerbaiyán. Por eso también me resultó muy curioso y lo publiqué. En realidad, esto surge a partir de que sigo el hashtag #Shusha en Instagram. Shusha (nombrado así por Azerbaiyán.En Armenia, Shushí) es una ciudad milenaria armenia, cuna de la cultura armenia y una de sus capitales históricas, que hoy lamentablemente forma parte de territorio ocupado.

A lo largo de estos 30 años de relativa paz, entre comillas, desde la primera guerra de Nagorno Karabaj hasta el 2020, creo que la parte armenia nunca pensó en perder este territorio, porque no se daba por sentado que era armenio.

Entonces hay una cuestión acá de Azerbaiyán de sobre exagerar el hecho de que ellos hayan «recuperado» esta ciudad para instaurarlo así en su sociedad. Ellos hablan de una recuperación o una liberación de territorios, lo mismo que a Armenia. La parte armenia también, en el caso de que logre ganar una guerra como en los 90. No he estudiado la sociedad azerí, pero pienso que dealguna forma este proceso, este plan, esta planificación y este camino por el cual han seguido, da cuenta de que su sociedad necesita algunas cuotas como de nacionalismo y de sentirse victoriosos, de mantener esa euforia.

Antes de la guerra, Azerbaiyán ha tenido problemas domésticos. Y muchas veces ha ocurrido, a lo largo de la historia, que las guerras contra otros estados han ocultado esos problemas domésticos y han fortalecido la unión de la sociedad y el nacionalismo. Creo que esta guerra fue parte de eso.

A mí me interesa mucho también la investigación de productos azeríes. Por ejemplo, algo que es real en una botella de agua. En la etiqueta dice «Karabaj es de Azerbaiyán», y abajo eslogan el agua de la victoria, yhay más ejemplos como ese. Entonces, es como algo sumamente forzoso este tema de involucrar la victoria en un producto como una botella agua, que es sumamente masivo. Y creo que la movida de los influencers va por ahí.

En este siglo, ellos son la forma de llegar a la sociedad. Mucha gente tiene cuentas de Instagram, y son influenciados por estas personas.

Agua embotellada con el eslogan «Karabaj es de Azerbaiyán. Sabor a victoria». Fuente: redes sociales de la empresa Aquavita.

El problema en el corredor de Lachín a fines del año pasado comenzó con protestantes azeríes de corte ambientalista prohibiendo la única conexión entre Nagorno Karabaj y Armenia, en donde esta dinámica de mediatización también existió.

Sí, estaban ahí haciendo selfies prácticamente. Se sacaban unas fotos acá desde el corredor de Lachín, mientras 120.000 personas del otro lado están pasando una crisis humanitaria. Creo que hacen un muy buen manejo de su propaganda y de su lobby.

Apenas terminó la guerra, Aliyev inauguró un museo de los trofeos, él lo llamó Los trofeos de la guerra . Por ejemplo, habían maniquíes con uniformes reales de soldados armenios, cascos, chalecos, en situaciones de humillación. Habían también chapas de vehículos que habían sido, tomados, explotados y más. También tenían imágenes en las cuales habían niños incentivados a humillar a esos maniquíes que eran armenios.

Entonces, creo que si lo analizamos y lo unimos, el tema de los influencers, de los productos, de este museo y demás, es una forma de decirle algo a la sociedad. Algo que, la verdad, que no está para nada bueno. Pero creo que viniendo de la cúpula de Azerbaiyán se puede esperar esto y muchas cosas más.

Siempre digo que Aliyev (presidente de Azerbaiyán), en todos sus mensajes, lo que publica, sus provocaciones, cómo se refiere a la sociedad armenia y todo el expansionismo que él tiene en su mente, es muy sincero. Es demasiado sincero en su fascismo.

La Agencia Estatal de Noticias de Azerbaiyán (AZERTAC), tiene una sección en español en su sitio web llamada «El vandalismo armenio en las fotos«.

¡Sí! también hay una cuenta en español que se llama Realidad de Azerbaiyán, la que a veces incluso hacen capturas de pantalla de tuits de cualquier persona y las exponen. En otras ponen, por ejemplo, “periodista radical armenia de la diáspora”, porque ellos también consideran que la diáspora está en contra del proceso de negociaciones de paz que está tratando de llevar adelante el gobierno armenio.

Hay un proceso de normalizaciones que está queriendo llevar adelante el primer ministro armenio Nikol Pashinian, mediado por todos los actores internacionales que te imaginas. Hace poco los cancilleres se reunieron en Washington, pero también está Rusia, la que está muy enojada,porque ha tenido una especia de  monopolio de la mediación de este conflicto, y el Consejo Europeo que también está pisando, y va a ser un quilombo.

También ahí es hay mucho de política doméstica: hacia dónde se inclina el gobierno armenio, quiénes son los opositores. Hoy los opositores son lo que el gobierno actual llama los antecesores. Desde que el gobierno del primer ministro Nikol Pashinian asumió en el 2018, instauró un discurso entre blanco y negro y un total anti antecesores. Es como la crisis del 2001 de Argentina, que la idea era que se vayan todos, era el lema de toda la sociedad, de los cacerolazos y demás. Esto se instauró tan fuerte desde lo discursivo en la sociedad que hoy los ex presidentes (con los antecesores me refiero a los ex presidentes Serzh Sargsian, Robert Kocharian) están muy vinculados a un discurso de corrupción que instauró Pashinian.

En paralelo, Armenia pareciera estar en una postura de constante ceder. Hoy no se saben cuáles son las fronteras. Incluso hay pastores que van a pastorear al ganado y no regresan más porque lo secuestraron. Es una cuestión de mucha inseguridad.

En el último tiempo Armenia ha tenido muchas ha incrementado sus relaciones bilaterales con Turquía y Azerbaiyán . ¿Cómo se ha tomado en general la opinión pública de eso? ¿Es posible colocar un termómetro en la sociedad Armenia para medir la percepción en este ámbito?

Creo que la sociedad se encuentra en uno de los momentos de mayor polarización, una gran brecha entre los diferentes sectores. Hay un sector que es totalmente opuesto a Pashinian, que lo tiene catalogado como un capitulador, perdedor y vende patria. Por otro lado, hay otro sector que está harta: no quieren ataques violentos ni hostilidades. Ellos justificarían estas acciones porque confían en que hay un proceso de paz que podrían parar las ofensivas y que se ataque directamente territorio soberano armenio, cosa que ya está ocurriendo, pero que disminuya esta amenaza de directa a Armenia y la armenidad se pueda perder para siempre, con una visión muy apocalíptica.

Por otro lado, este sector que te decía al principio plantea no es estar en contra de un proceso de paz, la paz en sí, en su concepto, sino en contra de un proceso de paz con una parte que todavía no está lista para la paz.  Mientras los cancilleres están conversando con quien quiera que sea el mediador, hay personas bajo bloqueo, con hambre, hay soldados que están bajo el fuego de Azerbaiyán. En esas condiciones plantean que no puede existir ningún proceso de paz y plantean que el gobierno de Armenia no vela por los intereses justamente de la parte armenia y el pueblo armenio y se ha olvidado del pueblo de Artsaj.

El 29 de junio Emmanuel Macron, presidente de Francia, se reunió con representantes de la comunidad armenia en ese país, en Marsella específicamente, y señaló: “presioné más a Aliyev que al propio Pashinian (…) Francia envió por primera vez a su agregado militar a su embajada en Armenia. Esto es interesante porque Armenia es parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) con Rusia. Con la llegada de Pashinian a la administración armenia, ¿está el país mirando más hacia Europa?

Armenia sí está formando parte de la OTSC, pero nunca había cuestionado la participación en esa organización como en este momento. El gobierno asume que está sobre la mesa el hecho de decir participamos o no participamos, nos sirve o no nos sirve. En reuniones de esta organización, incluso en las que presidía Nikol Pashinian, él planteaba que, por el silencio de los miembros de la OTSC, Azerbaiyán se siente con la capacidad y con la vía libre para atacar territorio soberano armenio.

En la guerra del 2020, muchas veces se justificaba la no intervención de esta organización por el hecho de que el acuerdo era por la superficie del territorio armenio, no por un territorio que está por ahí entre grises como Nagorno Karabaj, pero la cuestión es que en septiembre del 2021 penetraron tropas azeríes en territorio armenio, que todavía continúan ahí. Se atacó a gran escala y el gobierno de Armenia pidió asistencia porque esta organización al ser una alianza militar, cualquier ataque, amenaza de un estado externo o insurgencia nacional debería responder, tal como cuando Armenia asistió a Kazajistán durante las protestas a comienzo del 2022 con algunas unidades militares. Eso no pasó con Armenia, y la organización se limitó a preparar una misión de observación para plantarlos en la frontera.

El presidente de Armenia, Nikol Pashinián, declaró el pasado 22 de mayo de este año su país abandonaría la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), liderada por Rusia, si concluye que se trata de una estructura «incompetente». La lianza militar está integrada por Armenia, Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Tayikistán y Kirguistán).

Personalmente no sé qué es lo que frena las acciones de la OTSC en este contexto, pero podría ser también por una cuestión de que ya hay una misión civil de observación europea acá. Es civil y no están armados. No en el corredor de Lachín. Tampoco en Nagorno Karabaj, sino sobre territorio armenio. Tienen diferentes sedes y son alrededor de 100 personas. El gobierno había planteado su interés por ampliarlo, porque en teoría no se llegaba o no llegan a cubrir toda la línea de contacto y demás.

Esta presencia europea no es de la simpatía ni de Rusia ni de la OTSC en general. Rusia lo que plantea es que esto ha sido producto de un acuerdo entre el Consejo Europeo directamente con Armenia, es decir, unilateralmente. Para esto Azerbaiyán también debería estar de acuerdo y Azerbaiyán no admitió que entraran, que haya observadores del lado azerí.

Entonces, la actitud de Rusia se cuestiona muchísimo también en Nagorno Karabaj, que después de la guerra del 2020, el acuerdo lo medió Putin después de cuatro días.

Uno de los puntos era el ingreso de unidades militares rusas a Nagorno Karabaj. Al principio eran alrededor de 2.000 soldados, y hoy si entras a Nagorno Karabaj está totalmente militarizado. Tienen grandes bases, tienen una base muy grande en la región de Askerán, tienen una iglesia, e incluso tomaron el aeropuerto de Stepanakert. Este aeropuerto hace 30 años que no funciona, porque después de la independencia de Artsaj se planteó el hecho de abrirlo. Durante la Unión Soviética sí funcionaba, pero después de la independencia no, porque Azerbaiyán amenazaba de que cualquier avión que volara sobre lo que ellos consideran su espacio aéreo, lo iban a bajar. Bajo esta amenaza nunca volvió a funcionar, pero siempre estuvo listo.

Aeropuerto de Stepanakert en el 2016 (Clay Gilliland/CC).

Uno de los puntos del acuerdo era que en el corredor de Lachín la misión pacificadora rusa tendría la obligación de estar ahí, garantizar el acceso terrestre sin ningún impedimento entre Armenia y Nagorno Karabaj. Este un trayecto de 5 kilómetros y hoy está totalmente bloqueado hace más de 200 días.

Tengamos en cuenta que este corredor, que es considerado el corredor de la vida, es la única salida que tiene Artsaj con el mundo, y depende muchísimo de Armenia. Tienen la misma moneda, todos los productos son importados de Armenia. Hace 200 días que está bloqueado. Y los rusos están ahí, al lado.

Muchos de los conflictos entre Armenia y Azerbaiyán surgen de las delimitaciones creadas por la Unión Soviética en el siglo pasado, en donde Nagorno Karabaj tenía cierta autonomía en el Azerbaiyán soviético. ¿Cómo es la percepción sobre ese pasado soviético en Armenia?

Bueno, en realidad el hecho de que Stalin haya cedido arbitrariamente este territorio a Azerbaiyán por supuesto es algo negativo en la historia armenia. No es que haya bronca contra Stalin, o sea, no está instaurado eso.

La liberación de estos territorios en los noventa fue algo grandísimo en la historia contemporánea armenia, porque imagínate que Armenia no tenía un ejército formal y recién se había independizado. Estaba construyendo su Estado de a poco. En 1988, antes de la independencia, comenzaron las manifestaciones de los armenios en Azerbaiyán pidiendo la reunificación con Armenia. Esta petición no fue aceptada por la gestión soviética, y así surge la guerra, que fue llevada adelante por tropas voluntarias armenias, por eso hay mucha romantización por esa victoria, por los soldados que lucharon ahí.

Están los fedaí, que son soldados voluntarios y de las montañas. Mucha gente de la diáspora vino, sobre todo del Líbano. Uno de los más destacados es Monte Melkonián, quien fue un armenio estadounidense cuya vida es bastante interesante. Era especialista en el sector militar y decide participar de la guerra. Se convierte en un héroe al ser asesinado, y al principio ni siquiera sabía hablar armenio. Al ser un armenio de la diáspora, incluso muchas veces lo tildaban de espía, y hoy es como el superhéroe que logró la independencia de Artsaj. Esa victoria está muy arraigada en la sociedad armenia.

Mural en el que aparece Monte Melkonian acompañado de las banderas de Armenia y Artsaj en la carretera entre Ereván y Seván (2021). Foto: Gardmanahay (2021).

¿Qué diferencias puedes observar en el ejercicio periodístico en Armenia y del estado de Artsaj durante las hostilidades?

Durante la guerra hubo una cantidad de prensa internacional interesada que enviaba a sus corresponsales, pero tenían sus limitaciones. Sea para el periodismo internacional como para los medios locales, era bastante limitado ya que al estar en un contexto de guerra, los materiales ahí eran controlados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que era la institución coordinadora en el tema de la prensa, incluso en la actualidad no se pueden mostrar imágenes de trincheras, ni postes, ni armas, ni caras de soldados, lo cual, bueno, se entiende por la circunstancia.

Habían tours de prensa, organizados por este ministerio, y la mayoría de la movilidad que tenían era por medio de estos vehículos. No te dejaban ir por tu cuenta tanto por el peligro como por lo que puedas llegar a informar.

Lo que salía era en base a la información oficial emitida por el portavoz del Ministro de Defensa. Después se cuestionó muchísimo esto, ya que incluso surgieron lemas de guerra vinculados a la victoria. Se promocionó y fortaleció ese mensaje, que era el mismo mensaje que todas las noches el portavoz del ministro de defensa entregaba. Toda la sociedad armenia estaba frente al televisor, computadores o teléfonos esperando el parte diario, esperando resultados en este sentido, como si Armenia tiró un dron azerí o no.

Después hubo mucha desilusión, sea de la prensa con esta torre informativa o de la sociedad, cuando por ejemplo salió a la luz que esta ciudad que antes mencioné, Shushí (una ciudad súper estratégica también en un nivel geográfico, situada en una altura increíble, y que además cargaba con esta épica de la primera guerra por la forma en la que se liberó), se estaba comenzando a perder. Este hecho puntual fue como un puñal en el corazón de la sociedad armenia. Después de unos días salió, en la madrugada del 9 de noviembre del 2020, la declaración del gobierno afirmando que iban a firmar un acuerdo en el cual más del 70% del territorio de Artsaj estaba perdido.

A partir de ahí empiezan a surgir movilizaciones y protestas. Se comenzó a dividir aún más la sociedad, pidiendo la renuncia de este gobierno, que fue teniendo altibajos. Intentaron conquistar las calles. Tal vez la estrategia no fue la adecuada. Hubo días que eran de más movilizaciones, otros días que no tanto, pero hoy por hoy, con el diario del lunes, no fue muy útil. No se lograron cosas trascendentales y hoy ya no hay grandes movilizaciones.

A diferencia de otros conflictos actuales, como la guerra en Ucrania, en la prensa Latinoamérica la crisis en Nagorno Karabaj aparece muy escasamente dentro de la agenda, en especial aquí en Chile. Considerando que la colectividad armenia en Argentina es una de las más grandes de la región, ¿existe una mayor presencia en los medios de comunicación sobre este problema?

La verdad que también tiene sus altibajos. Cuando se activan las hostilidades hay medios que abren la agenda para incluir estos temas, pero la mayoría de las veces Armenia no forma parte de la agenda de los medios, ni siquiera de los medios de temática internacional. Es muy difícil.

Incluso en Argentina muchas veces no se conoce lo que es Armenia ni el genocidio armenio más allá de que esté aprobado por una resolución oficial, así que imagínate el tema de Nagorno Karabaj. Mucha gente no lo conoce y los medios no es que siempre están abiertos a plantear este tema. Muchas veces sí se pueden conseguir espacios por medio de contactos o por las acciones que haga la comunidad, que como decías es muy grande, pero en sí no logra ser un tema visible en Latinoamérica.

Volviendo al punto con el que partimos sobre ejercicio periodístico como tal. Existen muchas etiquetas de cómo debería ser el periodista: que debe ser neutral, que no debería involucrar como parte de su subjetividad dentro de su trabajo, etc. Me gustaría saber porque claro tú en este caso tú eres armenia reporteando un conflicto bélico en ese territorio, entonces me gustaría conocer cómo es tu punto de vista frente a esta neutralidad del periodismo que debería tener.

Sí, en realidad el tema de mi profesión y la elección es por un tema que está super arraigado también a mi identidad armenia, que como te decía al principio, es una identidad híbrida que tiene que ver con que nací en Argentina, pero tengo orígenes armenios. Personalmente esta identidad atraviesa todos los ámbitos de mi vida y también mi profesión.

Yo elegí mi profesión aquí incluso. En el 2006 estaba en Armenia, y en un campamento vi que había un periodista también de Córdoba que estaba produciendo su libro, que había viajado para recopilar información sobre su trabajo y a partir de ahí yo dije: esto es lo mío, así quiero hacer eso.

Toda mi vida crecí en una comunidad y en una familia teniendo en cuenta de que el pueblo armenio había pasado miles de años de su historia oprimido sin poder elevar la voz, sin poder ser escuchado por el mundo, entonces dije yo quiero contribuir como armenia a ese rol. Fue a partir de ahí que tomé esto como mi profesión, y como una misión al ser armenia, una misión que yo tomo como un tributo tal vez a los antepasados, a todos los que la pasan mal actualmente, es lo mínimo que puedo hacer yo desde ese sillón cómodo.

El tema del periodismo en general por el tema de ser neutral o no neutral, para mí el eje que tiene que atravesar el trabajo son las voces, o sea las voces de las personas que están oprimidas, que están marginadas, que no pueden hablar. Muchas veces yo puedo emitir opiniones, o sea trato de evitarlas porque no soy analista político, pero para contextualizarlo es necesario marcar el contexto del escenario, dónde está Armenia, qué hace, quiénes son sus aliados, cuál es el escenario actual.

Pero siempre creo que el final, el punto que se tiene que comunicar son las voces de aquellas personas que lo están pasando mal, que están sufriendo a raíz de este contexto, así que siempre pongo como mi eje eso, que en este caso es el pueblo armenio, del que yo tengo alcance y el que hoy está con un rol de víctima.

La misión es mostrar al mundo, o a los medios en los que tengo alcance, estas voces. Ser su voz de la mejor forma que pueda hacerlo. Nunca va a ser lo mismo, pero mientras a este problema no se le de espacio, yo lo voy a seguir haciendo.

Foto: Beatriz Arslanian.
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