Georgia y la difícil tarea de la integración euroatlántica

Temiendo ser otra Ucrania, Georgia queda en aislamiento y sin oportunidades reales de abandonar la esfera de influencia rusa.

Portada: Graffitis en Tibilisi. Fuente: ISPI

Licenciada en Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Pasante del Consulado Honorario de Kazajstán en Chile (Febrero-Julio 2023).

shamsia.sun@gmail.com

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Dentro de la región del Cáucaso, más de dos décadas han pasado desde la revolución que cambió el rumbo de una Georgia post-soviética y sentó las primeras bases democráticas para una integración del país hacia los modelos occidentales. Y si bien esta aspiración se proyecta como uno de los puntos más importantes de la agenda política de Georgia, la permanencia de una inestabilidad interna enfatizada por la Guerra de los Cinco Días y la continua influencia rusa, han hecho que este país de menos de 5 millones de habitantes vea la realización de este sueño como un futuro muy lejano en concretarse.

Los partidarios de la oposición sostienen a una niña con una flor durante una protesta frente a la residencia presidencial. Fuente RFELR.
George W. Bush junto al ex presidente georgiano Mijail Saakashvili en la plaza central de Tbilisi en Georgia en mayo de 2005. Fuente: GETTY IMAGES.

El período posterior a la Revolución de las Rosas en Georgia en el 2003, no solo significó un alejamiento de las relaciones con Moscú y un acercamiento a Europa, sino que a su vez trajo consigo un flujo de réditos económicos que hicieron que el gobierno de Mijail Saakashvili pudiera invertir gran parte de estas utilidades en mejorar sus capacidades militares hacia el cumplimiento de la promesa de campaña que lo había hecho llegado al poder: restaurar el control total de las zonas separatistas del país (Abjasia y Osetia del Sur).

Estos compromisos también acercaron a Georgia a Estados Unidos, quien bajo los incentivos de la administración Bush, los impulsaron a perseguir una membresía a la OTAN. Estas acciones que fueron percibidas en Georgia como garantías de seguridad en apoyo a la anexión de los territorios independentistas en caso de una retaliación rusa. En este sentido, la declaración unilateral de independencia de Kosovo en 2008, sirvió como un pivote hacia las esperanzas independentistas de las regiones de Abjasia y Osetia del Sur, desencadenando así una guerra con Georgia en la que Rusia se involucra militarmente.

Soldados rusos-osetios en la ciudad de Gori durante la guerra ruso-georgiana. Fuente: Linda Forsell/Svenska Dagbladet.
Gori después de bombardeos rusos. Fuente RFELR.

En la actualidad, las consecuencias de esta guerra siguen muy presentes en la sociedad georgiana. La devastación económica y social provocada por los ataques rusos hicieron que su dependencia económica aumentara progresivamente, pese a que ambos países no mantienen lazos diplomáticos. En este aspecto, como el mayor socio comercial de Georgia la significativa exportación de bienes y servicios rusos, mayoritariamente enfocados en los sectores de energía y turismo, han hecho que Rusia continue siendo la opción preferible de muchos georgianos para mejorar sus estándares de vida y lograr un repunte en sus economías locales.

Aún si el deseo de un acople al marco occidental sigue presente en las mentes de la población georgiana, esta esperanza se ha visto estancada en vísperas de eventos internacionales como la guerra en Ucrania y el desastre humanitario en Gaza, los cuales han desplazado la atención de la comunidad internacional lejos del Cáucaso. Y pese a la concesión de la Unión Europea de otorgar a Georgia el estatus de candidato, puede que estas acciones hayan llegado demasiado tarde para el país.

Turistas en Tbilisi. Fuente: Moscow Times.

Asimismo, debemos tomar en consideración las repercusiones invisibilizadas de la continuación de la guerra en Ucrania, las cuales han creado sus propios problemas para Georgia, especialmente en forma de presiones europeas a cumplir con las sanciones económicas a Rusia, esto tras la decisión de la Agencia de Aviación Civil de reanudar de los vuelos comerciales con la aerolínea rusa Azimut.

Otro factor a considerar, es la gran afluencia migratoria rusa que ha escapado de la guerra o el servicio militar ruso y ha decidido vivir en Georgia, cambiando el escenario interno del país al incrementar significativamente el registro de negocios (mayoritariamente bares y restaurantes en donde se opta por hablar en ruso por sobre el georgiano natal) y en la compra de bienes raíces sin obstáculos legales significativos, alarmando a quienes piensan que Georgia podría enfrentar un nuevo escenario de “protección de la población rusoparlante” dentro de la próxima década.

Sin embargo, esta “invasión silenciosa” no ha provocado señales condenatorias desde occidente, y la perpetuación de las tácticas de guerra hibrida rusas, han facilitado un lento pero seguro descenso hacia la desinformación. Asimismo, la ley rusa del agente extranjero instaurada bajo el pretexto de proteger la soberanía nacional, ha sido aprobada pese al gran malestar de la población georgiana.

Graffitis antirusos en la capital. Fuente: Cris Martin.
Fuente: The Guardian.

El gobierno de Georgia bajo el liderazgo del primer ministro Irakli Kobajidze del partido Sueño Georgiano, pareciera simplemente abandonar los requisitos necesarios para el avance hacia una integración euroatlántica, y en cambio, apuesta por un acercamiento cordial a Rusia, en donde la entrada en vigor de la ley “rusa” decidirá si el futuro de Georgia es compatible con las normas y valores europeos a los que la ciudadanía busca integrar, o si por el contrario, la aprobación de esta ley surprimirá el continuo descontento de la sociedad civil, perpetuando el modelo inicialmente incorporado por Moscú.

“Si a Europa, no a la ley rusa” Fuente: Guram Muradov/Civil.ge

Temiendo ser otra Ucrania, Georgia queda en aislamiento y sin oportunidades reales de abandonar la esfera de influencia rusa. Demostrando así que la falla comunicacional de la administración Bush, con sus confusas señales de garantías de seguridad, no han hecho más que dejar a Georgia en una posición sumamente frágil hacia Moscú, con vulnerabilidades que se han perpetuado por otros medios, y en donde la propaganda rusa ha sabido explotar sus debilidades, tanto territorialmente con el establecimiento de bases militares en las regiones separatistas, como energéticas con la dependencia al gas ruso e incluso dentro de la misma sociedad civil (y áreas rurales) pese a la continua desconfianza de la sociedad georgiana por las tensiones no resueltas desde la guerra en 2008.

Dentro de este marco, las ambiciones occidentalistas de Georgia han ido en un continuo declive hacia el olvido, y con el máximo representante del giro hacia occidente, Mijail Saakashvili, desvirtuado y tras las rejas, el gobierno opta por la influencia rusa como una tibia garantía de seguridad.

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