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Fiona Zeka. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Oxford.
¿Por qué hablas de palabras cuando todo lo que queremos es conocimiento bien dorado?
Vladimir Nabokov, Una Noche de Poesía Rusa
Para mí, ser bilingüe siempre ha significado algo más que hablar dos idiomas. A lo largo de los años, he intentado compaginar el inglés con mi lengua materna, el albanés. Aunque me encanta el inglés, tanto que lo estudio en la universidad, siempre tendré debilidad por el albanés. No sólo es una lengua preciosa, sino que fue la lengua de mi infancia y es la lengua de mi país, Kosovo.
En mi edad adulta, me he interesado profundamente por la lengua y su papel en los conflictos y en su resolución. La supresión de la lengua se ha utilizado a menudo como arma de guerra, tanto en contextos pasados como el Kosovo ocupado, y las regiones ocupadas de Ucrania en la actualidad, donde el Kremlin ha prohibido la escolarización en ucraniano. Preservar el multilingüismo es crucial para unas relaciones intercomunitarias pacíficas; en la misma línea, intentar imponer el monolingüismo y borrar otras lenguas es emblemático del desdén por las culturas a las que pertenecen y sostienen.
Dado el papel central que desempeña la lengua en la preservación de la identidad de grupo, está claro por qué se convierte en objetivo durante los conflictos y en los momentos previos a los mismos. Es una carta que juegan ambos bandos; en palabras de Abdeljalil Akkari, el «acto de recuperar el uso público de las lenguas nativas fue un leitmotiv en muchos movimientos de liberación nacional«. Con las historias de opresión y posteriores movimientos de liberación en los Balcanes, el uso de la lengua está muy politizado y arraigado en los lugares de conflictos pasados.
La lengua ha sido durante mucho tiempo un punto de tensión en Kosovo, donde los dos grupos etnolingüísticos de serbokosovares y albanokosovares se encuentran en una encrucijada. Para muchos albanokosovares, hablar albanés es un acto de protesta contra la opresión histórica.
La supresión lingüística de principios del siglo XX se menciona en el informe de antecedentes de la guerra de Kosovo de 1998-9 publicado por la Asociación del Ejército de Estados Unidos (AUSA), lo que indica la fuerza de los derechos lingüísticos como una de las causas subyacentes del conflicto. Tras la declaración del reino yugoslavo de entreguerras en 1918, la población de Kosovo, de mayoría albanesa, no recibió el mismo trato que los demás ciudadanos yugoslavos. Como se detalla en el informe de AUSA, se suprimieron las escuelas y periódicos en lengua albanesa y «Yugoslavia sostenía que los albaneses no eran una minoría nacional, sino serbios de habla albanesa«.
Una situación similar continuó durante la federación socialista de Yugoslavia de la posguerra. Más avanzado el siglo, tras el referéndum de septiembre de 1991 en el que el 87% de la población kosovar votó a favor de la independencia respecto al nuevo Estado de Serbia, la lengua se empleó como herramienta política para reprimir el movimiento independentista de Kosovo. Además de desplegar una fuerte fuerza policial en Kosovo y despedir a decenas de miles de empleados albaneses, el gobierno serbio respondió prohibiendo la enseñanza de la lengua albanesa. A muchos profesores albaneses se les retuvo el sueldo y recurrieron a dar clases de albanés en secreto.
Debido a esta historia, en Kosovo ha habido poco interés por aprender serbio o muchas otras lenguas eslavas, y viceversa para los serbios aprender albanés. Sin embargo, la lengua es fundamental en el intercambio cultural, y el multilingüismo es la clave de la progresión social de posguerra. A pesar del turbulento pasado entre los dos países, en los últimos años el multilingüismo ha ido en aumento, lo que refleja un cambio positivo en las relaciones intercomunitarias, sobre todo entre los jóvenes. Los jóvenes serbios y los jóvenes albano-kosovares muestran cada vez más interés por aprender la lengua del otro. Aid Kelmendi, uno de los jóvenes albaneses que aprenden serbio, explicó que quiere «romper la mentalidad de que la lengua serbia es un tabú entre los albaneses«.
En todos los Balcanes Occidentales ha aumentado el diálogo entre los jóvenes, una tendencia apoyada por los programas de intercambio de la Oficina Regional de Cooperación Juvenil (RYCO). La RYCO capacita a las escuelas para que participen en esfuerzos de colaboración y celebren programas de intercambio juvenil. El apoyo de los ministerios competentes a dicha organización, así como su marco institucional, sientan unas bases sólidas para la cooperación entre los distintos grupos de la región.
El cambio de paradigma cultural en los Balcanes Occidentales queda simbolizado en el testimonio de Aid Kelmendi, así como en el de un estudiante de intercambio de RYCO, que afirma: «Este intercambio significa mucho para mí. Me ayudó a romper los prejuicios religiosos que tenía antes de asistir. También tenía miedo de las barreras lingüísticas. Pero, sólo 10 minutos después de conocer a mis compañeros de Skopje, me di cuenta de que no hay diferencias entre nosotros«. La Iniciativa Juvenil por los Derechos Humanos (YIHR), una ONG dedicada a fomentar las relaciones positivas y comunicativas entre los jóvenes de los Balcanes, impulsa esta labor. Los programas de intercambio de la organización dan a los jóvenes de Serbia y Kosovo la oportunidad de conocer las naciones del otro; para muchos, es la primera oportunidad que tienen.
La diplomacia se basa en la comunicación, y animar a los jóvenes de los Balcanes Occidentales a participar en el aprendizaje intercultural es un paso crucial para consolidar la paz. En Kosovo y Serbia, esto ha pasado de ser un movimiento informal a desarrollarse en centros educativos formales: el Decano de la Universidad de Pristina (Kosovo) ha observado un mayor interés por las lenguas eslavas y ha acordado un curso mutuo en el que se enseñará albanés en Zagreb y croata en Pristina. En Belgrado, se creó en 2016 una asociación cultural independiente llamada Club Cultural Albanés, con el objetivo de reforzar la comprensión de la lengua, la cultura y las prácticas albanesas, incluido un curso de lengua que ha recibido respuestas alentadoras.
En tiempos de guerra, los centros educativos se ven a menudo comprometidos o atacados. En la posguerra, pueden ser vitales para la pacificación y la reconciliación. Así pues, el aprendizaje de idiomas es un medio importante de extender la atención y el respeto por una cultura y un país diferentes.
Aquí es donde entra Nabokov. Una tarde de verano, tomé una selección de sus poemas. Conocía a Nabokov como uno de los grandes escritores rusos, pero nunca me había interesado personalmente por su obra.
En ese momento, me topé con su poema «Una noche de poesía rusa«, escrito en 1945 y publicado en The New Yorker. Leerlo ya era conmovedor, pero escuchar un audio de Nabokov leyéndolo en voz alta ante un público inglés en 1958 cargó el poema de una profundidad emocional aún mayor. El poema es un diálogo entre un profesor ruso y los estudiantes del departamento de inglés que visita, que le interrumpen con preguntas sobre las diferencias entre el ruso y el inglés.
La traducción entre el ruso y el inglés en el poema parece tensa, dolorosa, pero necesaria para los fines educativos que exige el contexto del poema. A lo largo del mismo, recurre constantemente al ruso; a veces de forma didáctica, pero también a veces introspectiva, como cuando habla de los «gemelos habituales/ en ruso como en otras lenguas«, donde «amor rima automáticamente con sangre, naturaleza con libertad, tristeza con distancia«. Cuando lee en voz alta «tristeza«, hace una pausa y pronuncia la palabra rusa, pechal (печаль)
Como escritor exiliado que es, se trata de un sorprendente momento de dolor. La «distancia» de su tierra natal rima con su tristeza; están emparejadas, hasta el punto de que la palabra «tristeza» debe expresarse en su lengua materna.
Después de leerlo, me sorprendió no haber conocido antes la poesía de Nabokov. Su poema le habla muy bien a los sentimientos de desplazamiento entre la diáspora de Kosovo, así como de la lucha por mantener dos identidades lingüísticas.
Pasé algún tiempo investigando los planes de estudios literarios en Kosovo, y aunque los profesores pueden enseñar más allá del plan de estudios, las únicas referencias a Nabokov que he visto han sido en un par de trabajos de tesis publicados. Al buscar traducciones albanesas de Nabokov, sólo pude encontrar una edición de 1995 de su primera novela, María. Espero que con el paso de los años circulen más traducciones de obras internacionales, y que el movimiento en favor del multilingüismo siga elevando los planes de estudios en los Balcanes Occidentales para que los estudiantes se encuentren regularmente con historias de distintos orígenes.
Con la invasión de Ucrania, acercarse a la literatura rusa o tocar música de compositores rusos se ha asociado con lealtad y complicidad políticas. Aunque es difícil separar la literatura de la política, también es importante no dejar que el conflicto político obstaculice o impida el aprendizaje intercultural, ya que es este aprendizaje el que ayudará a que las relaciones entre las comunidades en conflicto progresen a largo plazo.
En una entrevista reciente con RTK, la emisora pública de Kosovo, me preguntaron cuál creía que era el futuro de la diplomacia en la región. Creo que la lengua y la literatura desempeñan un papel importante en el fomento de unas relaciones diplomáticas positivas; la lengua utilizada entre los funcionarios del Estado, los medios de comunicación, así como los ciudadanos de los países en conflicto. Los recientes esfuerzos organizativos en los Balcanes Occidentales para unir a las comunidades en conflicto a través del aprendizaje de idiomas, por parte de organizaciones como YIHR y RYCO, son impresionantes. Seguir trabajando con diversas lenguas y literaturas allanará el camino hacia el fomento de la empatía y, por consiguiente, hacia una mejor cooperación.
En un momento de «Una noche de poesía Rusa«, se le pregunta al profesor ruso: «¿Por qué habla de palabras/ cuando todo lo que queremos es conocimiento bien dorado?«, a lo que él responde: «Porque todo va unido: forma y sonido/ brezo y miel, recipiente y contenido«. Lo que nos aporta el conocimiento -el recipiente, que son las palabras o el lenguaje- «va unido» al propio conocimiento. Ayudar a las comunidades históricamente enfrentadas, en cualquier parte del mundo, a aprender a entenderse y comunicarse comienza con la más pequeña de las acciones: leer el poema de un extraño, aprender una nueva palabra.
Traducido por Gabriel Artaza
Equipo editorial